Víctor
Moderador de Poesía Jocosa
Tiene el poeta el don de la palabra.
Es ella su sustento, su ambrosía.
La que lo impulsa y con él se alía
cuando en el verso con pasión se labra.
Hace que el pecho a la emoción se abra,
para plasmar con gusto la alegría
o la tristeza por la pena impía
que a su entereza enhiesta descalabra.
Ella es, del alma, la expresión sublime
en cada letra fiel de la escritura
al posarse en la palma, que la imprime,
dándole a cada tema la textura
que al corazón con su virtud redime
a través de la íntima lectura.

Es ella su sustento, su ambrosía.
La que lo impulsa y con él se alía
cuando en el verso con pasión se labra.
Hace que el pecho a la emoción se abra,
para plasmar con gusto la alegría
o la tristeza por la pena impía
que a su entereza enhiesta descalabra.
Ella es, del alma, la expresión sublime
en cada letra fiel de la escritura
al posarse en la palma, que la imprime,
dándole a cada tema la textura
que al corazón con su virtud redime
a través de la íntima lectura.
