MarcosR
Miembro Conocido
Cuando se fue cerré rápido la puerta
por el asunto de los mosquitos,
hasta creo que casi le lastimo el talón
con el portazo.
Soy bastante expeditivo para los adioses,
carezco de ese tacto caballerezco
aconsejado para las despedidas.
Por la ventana me la quedé viendo
mientras ella iba corriendo
desesperada por la calle
espantando insectos con el bolso,
hasta que la perdí de vista
entre vagabundos, carros de hamburguesas,
tarros de basura y coches alta gama.
Me volví a la sala en silencio,
en la tv hablaban de fútbol,
de accidentes de tránsito,
de hurtos, de rapiñas,
de algún femicidio ocacional
al que titulaban con grandes letras
como crimen pasional,
del estado del tiempo,
de las últimas novedades
de la farándula argentina,
de algún político que se empeñaba
en convencernos de su honestidad
y capacidad para gobernarnos,
y por sobre todo del gran tema del día:
la terrible, inexplicable e insoportable
invasión de mosquitos en todo el territorio.
En la mesa el cenicero se desborda,
el mate se enfría,
los libros se amontonan sin abrirse,
y el teléfono calla.
Miro el reloj y me doy cuenta
que ya hace rato que se fue de la casa,
que el tiempo pasa lento en soledad,
que ya hace varias horas que estoy solo,
encerrado, impaciente, sin remedio.
De pronto tiro el cigarro al piso,
apago la tele,
voy hacia la puerta decidido
y me detengo justo a punto de salir,
me vuelvo velozmente,
me meto en baño,
me mato unos mosquitos, me rasco,
me agarro la cabeza
y grito desesperado:
¿Cuándo carajo
va a venir esta mujer con los espirales?
por el asunto de los mosquitos,
hasta creo que casi le lastimo el talón
con el portazo.
Soy bastante expeditivo para los adioses,
carezco de ese tacto caballerezco
aconsejado para las despedidas.
Por la ventana me la quedé viendo
mientras ella iba corriendo
desesperada por la calle
espantando insectos con el bolso,
hasta que la perdí de vista
entre vagabundos, carros de hamburguesas,
tarros de basura y coches alta gama.
Me volví a la sala en silencio,
en la tv hablaban de fútbol,
de accidentes de tránsito,
de hurtos, de rapiñas,
de algún femicidio ocacional
al que titulaban con grandes letras
como crimen pasional,
del estado del tiempo,
de las últimas novedades
de la farándula argentina,
de algún político que se empeñaba
en convencernos de su honestidad
y capacidad para gobernarnos,
y por sobre todo del gran tema del día:
la terrible, inexplicable e insoportable
invasión de mosquitos en todo el territorio.
En la mesa el cenicero se desborda,
el mate se enfría,
los libros se amontonan sin abrirse,
y el teléfono calla.
Miro el reloj y me doy cuenta
que ya hace rato que se fue de la casa,
que el tiempo pasa lento en soledad,
que ya hace varias horas que estoy solo,
encerrado, impaciente, sin remedio.
De pronto tiro el cigarro al piso,
apago la tele,
voy hacia la puerta decidido
y me detengo justo a punto de salir,
me vuelvo velozmente,
me meto en baño,
me mato unos mosquitos, me rasco,
me agarro la cabeza
y grito desesperado:
¿Cuándo carajo
va a venir esta mujer con los espirales?