Sonreí a la noche frenética:
el encuentro;
rebosé de silencios:
el tiempo, milenios eternos.
Te hiciste ángel
en el vergel de mi cuerpo.
Emigré al sur de tus cabellos
y al brío de tus labios,
pernocté con gozo.
Desenfundé la razón,
ensamblé auroras en tu rostro,
dibujé a besos el amor...