...Sí, eran vaporosos tus sudores:
los latidos más ocultos fueron desnudos
rasgados del pelo a los pies…del apetito al libamen carnal.
¡Oh, como un cielo abierto en el crisol de los relámpagos,
y mi boca ardiente así quedó de sed, como quien siente
comezón de bibijaguas tras los besos...