Yolvi Efrain Cauro Mendes
Miembro Conocido
ARENGA VANILOCUENTE DEL DECAPITADO
“¡Encore un moment, monsieur le bourreau, encore un moment!”
(Un momento más, señor verdugo, un momento más)
Madame du Barry
(amante de Luís XV, guillotinada en 1793)
“He vuelto a hablar pero estoy muerto. //
Toda conciencia es póstuma, todo lo que sucede es miedo, o umbral del miedo.” //
Carlos Esquivel
Hace veintinueve días
que vivo sin mi cabeza.
Yo era un ser de la impureza,
de compulsiones tardías
e insurgentes anarquías.
Hoy solo tengo un defecto:
soy un busto circunspecto
que ha sido, -corte inclemente-,
separado bruscamente
de su faccioso intelecto.
Soy el adarme, el traidor
de impía judicatura,
adherido a la textura
hosca y ardua del dolor.
Mordí a mi benefactor
como un perro cabalista,
y mi cabeza sofista
saltó del ara al retablo;
como la de Saulo Pablo,
o la de Juan, el Bautista.
¿Quién exime? ¿Quién indulta
a un conspirador de escombros?
Mi yo termina en mis hombros;
mi nombre en la turbamulta
que me ultraja, que me insulta
en su vil marimorena.
La adversidad me cercena
el cuello regio, gallardo…
como el de María Estuardo,
como el de Ana Bolena,
o como el de Tomas Moro,
o el de Lady Jane Gray...
La ley es recia. La ley
atajará el deterioro
y yugulará al desdoro
contra el avasallamiento,
segado para escarmiento
del próximo forajido.
(Sin embargo no han podido
amputar mi pensamiento).
Yo, incluso yo, el esporádico
revoltoso de lo abstruso,
pude sucumbir, incluso,
como un apóstol arcádico.
Pero el destino es tan sádico
como un falso apologeta;
y urdió para mi historieta
un final sin Agnus Deis,
como el de Luís XVI…,
como el de María Antonieta…
Ya amanece. La rutina
surge otra vez con sigilo.
El sol se hospeda en el filo
letal de la guillotina.
El verdugo se encamina
a su luctuoso deber,
pero un día ha de caer
como el aniquilador
del Reinado del Terror:
Maximilien Robespierre.
¿Las díscolas opiniones
solo son sueños anfibios?
¿Qué traen los caminos trivios?
¿Solo decapitaciones?
La Reina de Corazones
quiso mi cráneo en su artesa.
Por el delito de lesa
casta, (y otras bastardías),
hoy hace ya treinta días
que vivo sin mi cabeza.
Yolvi Efraín Cauro Mendez.
30 de agosto de 2014
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