La dicha del peregrino (soneto espejado)
Solo tiene la dicha el caminante
de sentir su camino terminado
cuando coge miseria del vejado
y le siembra otro sino en adelante.
Siempre puede atrapar echando el guante
alentando al que quiera buen versado
escribiendo en papiro lo pensado
y plasmarlo con tacto de viajante.
El pasado jamás daña al poeta,
ni siquiera sacarle puede astillas,
bienvenidas entonces a su dieta
cuantas penas vistieran de amarillas
que atrapadas se ahorquen en su treta
y marchitas olviden sus orillas.
Resembradas ahora tocan cillas
que refresquen los granos de la grieta
que ha dejado y rebose en las semillas
otra luz socavando nueva veta
en la cruz donde quedan alfombrillas
al sajar la miseria a cual someta.
Y seguir el camino tan campante
retrasando al sentir que algún cansado
necesita calor al ver lisiado
y calmar con versado acariciante.
Su misión es la risa del andante
cuando siente trovar bien compasado
un poema y consigue ver librado
al feliz peregrino tras su cante.
Sánchez Macías