Jorge Toro
Miembro Conocido
Hablando de la valía
existen grandes extremos
que muchas veces no vemos
por ignorancia o miopía.
Hay abismal diferencia
entre lo caro y costoso
es lo segundo valioso
y lo primero apariencia.
Hay mercancía confiable
de manifiesta finura
y numerosa basura
de calidad desechable.
Yo prefiero lo costoso
por honrar la perfección
y disfruto con pasión
de un obraje talentoso.
Y rechazo lo ordinario
que es moneda malgastada
y no recompensa en nada
las fatigas de un salario.
2.
Hice con mi vida igual
en cuestiones de ternura
desdeñé a la impostura
y cada ademán triunfal.
No obstante, cuando la vi
no soporté su hermosura
y ambicioné con locura
ganar su amor para mí.
Imagino que sentí
alcanzar el mismo cielo
y cual cándido mozuelo
a sus plantas me rendí.
Creí en ella encontrar
un gran tesoro costoso
y aquél amor fabuloso
que ambicionaba alcanzar.
Pero comprendí a deshora
que no era una joya rara
sino bagatela cara
que apenas, quizás, decora.
Fui un indudable chambón:
¡Sí es singular lo valioso
cómo buscarlo acucioso
en un corriente salón!
3.
Tesoro debí buscar
en una mujer sencilla
de piel con color de arcilla
y de ojos sin sombrear.
En ellas hay lo valioso:
su proceder, sus maneras,
sus intenciones sinceras
y su mirar caluroso…
Después de dar tanta vuelta
hallé mi media naranja
una paisana de granja
tan íntegra como esbelta.
Con ella entendí que el oro
lo brinda un hogar gozoso
y ahora que soy su esposo
con todo mi amor la adoro.
Exhortando su permiso
finalizo mi poema,
me llamó mi dulce gema
y a su guiño… ¡voy sumiso!
existen grandes extremos
que muchas veces no vemos
por ignorancia o miopía.
Hay abismal diferencia
entre lo caro y costoso
es lo segundo valioso
y lo primero apariencia.
Hay mercancía confiable
de manifiesta finura
y numerosa basura
de calidad desechable.
Yo prefiero lo costoso
por honrar la perfección
y disfruto con pasión
de un obraje talentoso.
Y rechazo lo ordinario
que es moneda malgastada
y no recompensa en nada
las fatigas de un salario.
2.
Hice con mi vida igual
en cuestiones de ternura
desdeñé a la impostura
y cada ademán triunfal.
No obstante, cuando la vi
no soporté su hermosura
y ambicioné con locura
ganar su amor para mí.
Imagino que sentí
alcanzar el mismo cielo
y cual cándido mozuelo
a sus plantas me rendí.
Creí en ella encontrar
un gran tesoro costoso
y aquél amor fabuloso
que ambicionaba alcanzar.
Pero comprendí a deshora
que no era una joya rara
sino bagatela cara
que apenas, quizás, decora.
Fui un indudable chambón:
¡Sí es singular lo valioso
cómo buscarlo acucioso
en un corriente salón!
3.
Tesoro debí buscar
en una mujer sencilla
de piel con color de arcilla
y de ojos sin sombrear.
En ellas hay lo valioso:
su proceder, sus maneras,
sus intenciones sinceras
y su mirar caluroso…
Después de dar tanta vuelta
hallé mi media naranja
una paisana de granja
tan íntegra como esbelta.
Con ella entendí que el oro
lo brinda un hogar gozoso
y ahora que soy su esposo
con todo mi amor la adoro.
Exhortando su permiso
finalizo mi poema,
me llamó mi dulce gema
y a su guiño… ¡voy sumiso!