Pasaste por mi lado todo desleído,
hoy casi me rozas el corazón…
sin que hubiera un gesto delicado tuyo:
ni las flechas de Eros en tus ojos,
ni el adiós de manos,
ni tu guiño mimoso
que tan marcado en tu mirar me enamoraba.
¡Ay, fue el roce que reseca la sequía!
No bastaron ¡no!...mis besos, mis caricias:
nimios fueron… ¡y mi figura cursi!
En vano luché por frenar
la tirolina loca de tu alegro ya descastada
en un desierto sin oasis…¡sin amor!
Y el ábrego aquél me dejó un reguero
de poemas rotos...!
¿Tan difícil fui?
¿Tan ausente estoy?
Mírame, no soy la Carmes,
soy esa mujer que puso simiente,
y flor para una vida perfecta
con mucho amor, muchos años;
y ahí están nuestros frutos
pese al dáctilo irascible de tu boca
que de soslayo batió a la palmera y al dátil.
¡Y qué mal quedaste colocado!:
así cual búho en el soliloquio de lo incalculable
contando las arenas y las Macarenas
de tus plantas,
!Y quién sabe si al respiro
del acaricida de alguna Carmes de paso...!
Mariluz Reyes
hoy casi me rozas el corazón…
sin que hubiera un gesto delicado tuyo:
ni las flechas de Eros en tus ojos,
ni el adiós de manos,
ni tu guiño mimoso
que tan marcado en tu mirar me enamoraba.
¡Ay, fue el roce que reseca la sequía!
No bastaron ¡no!...mis besos, mis caricias:
nimios fueron… ¡y mi figura cursi!
En vano luché por frenar
la tirolina loca de tu alegro ya descastada
en un desierto sin oasis…¡sin amor!
Y el ábrego aquél me dejó un reguero
de poemas rotos...!
¿Tan difícil fui?
¿Tan ausente estoy?
Mírame, no soy la Carmes,
soy esa mujer que puso simiente,
y flor para una vida perfecta
con mucho amor, muchos años;
y ahí están nuestros frutos
pese al dáctilo irascible de tu boca
que de soslayo batió a la palmera y al dátil.
¡Y qué mal quedaste colocado!:
así cual búho en el soliloquio de lo incalculable
contando las arenas y las Macarenas
de tus plantas,
!Y quién sabe si al respiro
del acaricida de alguna Carmes de paso...!
Mariluz Reyes