QUINSONNAS
Miembro Conocido

Sin nadie que atestigüe este poema
tan sólo es un reproche a mi esperanza
creando en mi interior un gran dilema
plagado de total desconfianza.
A toda mi existencia abrasa y quema
y fiero, aunque me esconda, allí me alcanza
perdido, sin mi fe ni mi autoestima,
igual que un pobre verso sin su rima.
Soporto, respirando, el estar muerto
hastiado y sometido a una tortura
aquella de este drama en un desierto
creado por mi causa y mi locura.
Gobierna, en mi persona, un desconcierto
carente de la mínima frescura
y andando en callejones sin salida
me postra y me somete de por vida.
A un árbol me parezco deshojado
sin metas, ambiciones, ni objetivos,
y alientos de un espíritu frustrado
recojo sin querer que sigan vivos.
Atroces me confirman que he pecado
libertos y a la vez yendo cautivos
buscando que, mi voz, al fin sucumba
por propia voluntad en una tumba.
Un pájaro asemejo confundido
enhiesto y solitario en una rama
negado de un propósito y perdido
sin nada discernir de su amalgama.
Levito de antemano ya vencido
y un simple moribundo es quién reclama
que, póstumo, se acabe mi tormento
y quede, este poema, en testamento.