Jorge Luis Alava
Miembro Conocido
Amigos poetas, consideremos el caso de la poesía.
Consideremos el caso de nuestras palabras.
Como es de conocimiento público, la poesía agoniza.
¡Pero dejémonos de culpas ajenas!
nosotros mismo somos los responsables.
¿Qué masa de versos desconfigurados o de líneas colgantes
y mal paridas se tonifican hasta ser algo importante,
como una mujer o una luz en las tinieblas,
sino sabemos como copular a la musa?
Matamos a la poesía porque mimamos al poeta, nos hemos mimado,
mutuamente, largamente y, andando el tiempo se han glorificado
harapos, estuches y octavillas para panfletos.
¿Quién hubiera pronosticado que en este caso el hacedor
destruyera la obra para no morirse a falta de ego?
No hay nada que hacer, para los nuevos no hay oficio.
Pero convenientemente amigos, por el bien de todos,
mañana por la mañana y antes de escribir una palabra
bebamos con dignidad un buen sorbo de cicuta.
Consideremos el caso de nuestras palabras.
Como es de conocimiento público, la poesía agoniza.
¡Pero dejémonos de culpas ajenas!
nosotros mismo somos los responsables.
¿Qué masa de versos desconfigurados o de líneas colgantes
y mal paridas se tonifican hasta ser algo importante,
como una mujer o una luz en las tinieblas,
sino sabemos como copular a la musa?
Matamos a la poesía porque mimamos al poeta, nos hemos mimado,
mutuamente, largamente y, andando el tiempo se han glorificado
harapos, estuches y octavillas para panfletos.
¿Quién hubiera pronosticado que en este caso el hacedor
destruyera la obra para no morirse a falta de ego?
No hay nada que hacer, para los nuevos no hay oficio.
Pero convenientemente amigos, por el bien de todos,
mañana por la mañana y antes de escribir una palabra
bebamos con dignidad un buen sorbo de cicuta.