Jorge Toro
Miembro Conocido
No poseemos dominio
sobre los hechos que pasan
que como norma rebasan
con creces el vaticinio.
Ajenos al raciocinio,
-ligeros o capitales-
desbordan todos umbrales
y vuelven simple pavesa
aquello que uno sopesa
estando en rectos cabales.
Propósitos e ideales
cautivos son de un albur,
que en maquiavélico tour
les lleva a sitios plurales.
Sorpresas llegan: brutales
o dichas nunca pensadas,
se truecan nuestras calzadas,
también sin más las escenas;
y aquellas, antes amenas,
se vuelven infortunadas.
También en otro sentido
podrán virar los sucesos
y los senderos aviesos
tornarse en rumbo florido.
-Por ello aquél malherido
por un profundo dolor
o aquél que intuye el peor
momento de su existencia,
con ilusión y paciencia
espera un luego mejor.
Vivimos siempre buscando
felicidad y alegrías;
y así transcurren los días
de bando a bando rodando…
Mas cesa el ímpetu cuando
se acaba todo camino;
y el obvio y único sino
un día cesa tu suerte…
¡la dura y rígida muerte
nuestro infalible destino!
sobre los hechos que pasan
que como norma rebasan
con creces el vaticinio.
Ajenos al raciocinio,
-ligeros o capitales-
desbordan todos umbrales
y vuelven simple pavesa
aquello que uno sopesa
estando en rectos cabales.
Propósitos e ideales
cautivos son de un albur,
que en maquiavélico tour
les lleva a sitios plurales.
Sorpresas llegan: brutales
o dichas nunca pensadas,
se truecan nuestras calzadas,
también sin más las escenas;
y aquellas, antes amenas,
se vuelven infortunadas.
También en otro sentido
podrán virar los sucesos
y los senderos aviesos
tornarse en rumbo florido.
-Por ello aquél malherido
por un profundo dolor
o aquél que intuye el peor
momento de su existencia,
con ilusión y paciencia
espera un luego mejor.
Vivimos siempre buscando
felicidad y alegrías;
y así transcurren los días
de bando a bando rodando…
Mas cesa el ímpetu cuando
se acaba todo camino;
y el obvio y único sino
un día cesa tu suerte…
¡la dura y rígida muerte
nuestro infalible destino!