Enrique Dintrans alarcón
Miembro Conocido
¡AH, TU VOZ, AMADA MÍA!
Al extremo del viento, tu figura
desvanece la sombra del olvido
y tu risa es un goce de ternura,
refulgente de cielo prometido.
Sí, que la rosa viene deslumbrando
en colores de dulce maravilla
y tu rostro, parece, va cantando
de ilusión en angélica mejilla.
¡Ah, tu voz, tan suave me parece
al volar con el viento en la arboleda!
No hay un alma que en dicha me preceda,
pues tu amor es deleite de la greda,
es latido del alma que estremece,
¡bendita luz que en todo resplandece!
E.D.A
Al extremo del viento, tu figura
desvanece la sombra del olvido
y tu risa es un goce de ternura,
refulgente de cielo prometido.
Sí, que la rosa viene deslumbrando
en colores de dulce maravilla
y tu rostro, parece, va cantando
de ilusión en angélica mejilla.
¡Ah, tu voz, tan suave me parece
al volar con el viento en la arboleda!
No hay un alma que en dicha me preceda,
pues tu amor es deleite de la greda,
es latido del alma que estremece,
¡bendita luz que en todo resplandece!
E.D.A
