Francisco Escobar Bravo
Miembro Conocido
¡Cómo se muere un amor
`por culpa de un insensato
que, sin el menor recato,
da consejos sin valor.
Parece como el azor
que acecha, hambriento, a la presa
si el tema no le interesa:
Mete cizaña a placer,
convenciendo a la mujer
y ésta incumple su promesa.
- ¡Mira, boba, que no es rico
y además es ya muy viejo.
Haz caso de mi consejo... -.
Y dorándola va el pico.
Mas lo que yo no me explico
es que la mema haga caso,
de repente cambie el paso
y cuanto le dice crea
creyendo que le desea
el éxito y no el fracaso.
Esta historia, repetida,
varias veces la he vivido
y bien sé por lo que ha sido
pero siempre se me olvida.
Hay un factor en la vida
trascendente: Don Dinero.
Poderoso caballero
como escribiera el poeta.
Al que es rico se respeta,
despreciando al pordiosero.
Esa voz va penetrando
como la mar a la roca
y a la infeliz vuelve loca,
trastorna y le quita el mando.
Ya lo viví. Cómo y cuándo
en mis poemas he escrito.
Maldigo yo a quien, ¡maldito!,
obtiene así su ganancia
presumiendo de elegancia
y pasando por bendito.
¿Cómo será que no aprendo
tras ya varios desengaños
y teniendo tantos años?
Es algo que no comprendo.
Pero momento va siendo
de dejarme de locuras,
olvidarme de aventuras
y vivir con paz y calma.
Repose por fin el alma,
¡basta ya de chaladuras!
`por culpa de un insensato
que, sin el menor recato,
da consejos sin valor.
Parece como el azor
que acecha, hambriento, a la presa
si el tema no le interesa:
Mete cizaña a placer,
convenciendo a la mujer
y ésta incumple su promesa.
- ¡Mira, boba, que no es rico
y además es ya muy viejo.
Haz caso de mi consejo... -.
Y dorándola va el pico.
Mas lo que yo no me explico
es que la mema haga caso,
de repente cambie el paso
y cuanto le dice crea
creyendo que le desea
el éxito y no el fracaso.
Esta historia, repetida,
varias veces la he vivido
y bien sé por lo que ha sido
pero siempre se me olvida.
Hay un factor en la vida
trascendente: Don Dinero.
Poderoso caballero
como escribiera el poeta.
Al que es rico se respeta,
despreciando al pordiosero.
Esa voz va penetrando
como la mar a la roca
y a la infeliz vuelve loca,
trastorna y le quita el mando.
Ya lo viví. Cómo y cuándo
en mis poemas he escrito.
Maldigo yo a quien, ¡maldito!,
obtiene así su ganancia
presumiendo de elegancia
y pasando por bendito.
¿Cómo será que no aprendo
tras ya varios desengaños
y teniendo tantos años?
Es algo que no comprendo.
Pero momento va siendo
de dejarme de locuras,
olvidarme de aventuras
y vivir con paz y calma.
Repose por fin el alma,
¡basta ya de chaladuras!
