Jurcan Uriarte Pontleca
Miembro Conocido
¿Y ÉSE BOHEMIO AMANTE?
“¿Qué ha sido de ese bardo?
¡Aquél bohemio amante!
Ése, que a todo instante
le hallaba inspiración.
“¿Por qué ya no ha escrito?
Su libro está en blanco.
No le inspira ya nada.
La pluma abandonada.
¿Cuál será la razón?
“Se dice que una intrusa
logró al fin atraerlo,
ignorando a su musa,
distrajo su atención.
“Hay el rumor que ella…,
al ver que éste plasmaba
sin rima, todo verso, dedujo,
era asediado con maligna intención.
“Su musa se ha ausentado.
¿Le ha impuesto ya un vacío
por la ausencia de amor?
“O tal vez resentida;
de manera falaz,
disfruta del poeta
su lapso de abandono,
quizás, no con encono,
pero sí, suspicaz.
“La daga del silencio,
su acervo ha lastimado.
Esto le ha ocasionado,
ceguera intelectual.
“El libro está cerrado,
---precisa el desconcierto---.
Ni una letra ha plasmado,
parece que está muerto.
Las letras son su vida
y remedio a su mal.
“---Cual cantos agoreros,
con frías expresiones,
retumban los misterios
de insulsas emociones.
“Ese frío ha marchitado
su sentir de pasión.
“¡El bardo…, está solo;
se ha quedado muy solo,
con todo su dolor!
“Sin letras, no hay palabras.
Sin versos, no hay poesía.
Las frases suenan frías.
El silencio ha invadido
su entorno coloquial.
“El hecho es temerario
y cruel al mismo tiempo;
su acervo literario
se ha visto decaer.
“Ha perdido el acento
su toque imaginario.
“No hay vida, ni hay palabras.
¡No sabe ya qué hacer!
“¿Qué hay sido de esa musa
que siempre lo inspiraba,
que optó por alejarse,
aunque lo ha hecho sufrir?
“El bardo ya no escribe.
Tal vez piensa en alguien;
quien en fatal instante
atrajo su atención…
…y en momento oportuno,
producto de osadía,
robó su pensamiento y
confundió al corazón.
“No fluyen ya las letras,
ni riman las palabras;
no hay verso ni poema;
ya no hay inspiración.
“¿Qué hay del humilde bardo?
¡Ese bohemio amante!
Aquél…, que a todo instante
le hallaba inspiración.
“¡Ahora…, ha callado!
Algo grave ha pasado.
Tal vez ha sido presa
de la desilusión.
“Su acervo literario;
preocupante…, además.
Respuesta del mal dado,
desvió su itinerario y…,
ya no ha escrito más.
“¿Pero…, y entonces?
¿Qué hay de ese bardo?
Aquél bohemio amante;
“ése, que a todo instante
le hallaba inspiración”.
“Nos hemos enterado
que estaba en su rincón,
oscuro y empolvado,
después de lo pasado
y cruenta situación”.
"¡Había un presentimiento!
¡Tal vez, algo fatal!:
¿Herido el sentimiento,
buscaba algún final?
“Parecía aún poseído;
quizás ensimismado.
Creía todo perdido,
hasta su voluntad.
"¡Pero algo de momento
le llamó la atención!
¡Algo lo había motivado
y lo invadió la emoción!:
“Sobre el libro arrumbado,
arribó una mariposa.
¡La cosa más hermosa!
y del tedio lo sacó!
“Se posó sobre el libro,
en el que había una rosa,
que en forma misteriosa
alguien…, ahí dejó.
“Con luz de entendimiento,
miró hacia todos lados;
cogió, sus textos olvidados,
y de hinojos, lloró.
“Su mente perezosa,
por sublime mensaje,
y mirando hacia el celaje,
al parecer, despertó.
“Pegados a su pecho,
bendijo aquel momento.
---de su confinamiento,
al fin… se liberó---.
“Tomando libro y flor;
plasmándoles un beso,
---exclamó con ternura---:
---¡Mi musa quiere un verso!
¡Pleno de amor…, no dolor!...
F I N
Autor: Rafael Calderón Negrete. (Puebla, México)
Seudónimo: Jurcan Uriarte Pontleca.
06/03/2017 Derechos de Autor Reservados.©
“¿Qué ha sido de ese bardo?
¡Aquél bohemio amante!
Ése, que a todo instante
le hallaba inspiración.
“¿Por qué ya no ha escrito?
Su libro está en blanco.
No le inspira ya nada.
La pluma abandonada.
¿Cuál será la razón?
“Se dice que una intrusa
logró al fin atraerlo,
ignorando a su musa,
distrajo su atención.
“Hay el rumor que ella…,
al ver que éste plasmaba
sin rima, todo verso, dedujo,
era asediado con maligna intención.
“Su musa se ha ausentado.
¿Le ha impuesto ya un vacío
por la ausencia de amor?
“O tal vez resentida;
de manera falaz,
disfruta del poeta
su lapso de abandono,
quizás, no con encono,
pero sí, suspicaz.
“La daga del silencio,
su acervo ha lastimado.
Esto le ha ocasionado,
ceguera intelectual.
“El libro está cerrado,
---precisa el desconcierto---.
Ni una letra ha plasmado,
parece que está muerto.
Las letras son su vida
y remedio a su mal.
“---Cual cantos agoreros,
con frías expresiones,
retumban los misterios
de insulsas emociones.
“Ese frío ha marchitado
su sentir de pasión.
“¡El bardo…, está solo;
se ha quedado muy solo,
con todo su dolor!
“Sin letras, no hay palabras.
Sin versos, no hay poesía.
Las frases suenan frías.
El silencio ha invadido
su entorno coloquial.
“El hecho es temerario
y cruel al mismo tiempo;
su acervo literario
se ha visto decaer.
“Ha perdido el acento
su toque imaginario.
“No hay vida, ni hay palabras.
¡No sabe ya qué hacer!
“¿Qué hay sido de esa musa
que siempre lo inspiraba,
que optó por alejarse,
aunque lo ha hecho sufrir?
“El bardo ya no escribe.
Tal vez piensa en alguien;
quien en fatal instante
atrajo su atención…
…y en momento oportuno,
producto de osadía,
robó su pensamiento y
confundió al corazón.
“No fluyen ya las letras,
ni riman las palabras;
no hay verso ni poema;
ya no hay inspiración.
“¿Qué hay del humilde bardo?
¡Ese bohemio amante!
Aquél…, que a todo instante
le hallaba inspiración.
“¡Ahora…, ha callado!
Algo grave ha pasado.
Tal vez ha sido presa
de la desilusión.
“Su acervo literario;
preocupante…, además.
Respuesta del mal dado,
desvió su itinerario y…,
ya no ha escrito más.
“¿Pero…, y entonces?
¿Qué hay de ese bardo?
Aquél bohemio amante;
“ése, que a todo instante
le hallaba inspiración”.
“Nos hemos enterado
que estaba en su rincón,
oscuro y empolvado,
después de lo pasado
y cruenta situación”.
"¡Había un presentimiento!
¡Tal vez, algo fatal!:
¿Herido el sentimiento,
buscaba algún final?
“Parecía aún poseído;
quizás ensimismado.
Creía todo perdido,
hasta su voluntad.
"¡Pero algo de momento
le llamó la atención!
¡Algo lo había motivado
y lo invadió la emoción!:
“Sobre el libro arrumbado,
arribó una mariposa.
¡La cosa más hermosa!
y del tedio lo sacó!
“Se posó sobre el libro,
en el que había una rosa,
que en forma misteriosa
alguien…, ahí dejó.
“Con luz de entendimiento,
miró hacia todos lados;
cogió, sus textos olvidados,
y de hinojos, lloró.
“Su mente perezosa,
por sublime mensaje,
y mirando hacia el celaje,
al parecer, despertó.
“Pegados a su pecho,
bendijo aquel momento.
---de su confinamiento,
al fin… se liberó---.
“Tomando libro y flor;
plasmándoles un beso,
---exclamó con ternura---:
---¡Mi musa quiere un verso!
¡Pleno de amor…, no dolor!...
F I N
Autor: Rafael Calderón Negrete. (Puebla, México)
Seudónimo: Jurcan Uriarte Pontleca.
06/03/2017 Derechos de Autor Reservados.©
Última edición: