Días sin fronteras.
Cuando el sol termina su labor de viernes
por la tarde y la noche me recuerda que
mañana tampoco estarás viene tu
palabra a curarme la jornada; sopeso
el sabor de tu figura en la memoria
del instante, lleno la cuenca de mis ojos
con tu dulce forma en mi transitar.
Que se vayan las horas y se fracturen
las manecillas del tiempo porque la
vida es larga y corto es el aliento.
Cuando llego tarde a la mañana
y el desvelo carece de insomnio
me siento a beberte en el café,
te tomo en las gotas del rocío,
te palpo en las laderas del viento;
me avisan los ojos que las tardes
arderán en las llamas del
silencio.
Cuando vuelvo de donde nunca fui
me reservo los noticieros y apago
mis oídos al ruido de la radio.
Te enciendo en mi cabeza y mis ojos
buscan algo de ti en los mensajes
del mañana; abro las ausencia del
teléfono a escribirte lo que mi anhelo
necesita:
Te adoro*
Te necesito*
Te amo*
Te escribo y me detengo en la puerta
del envío a suspirar la falta que me haces,
a dibujar con lenguaje gramatical la grandeza de tenerte
sin tocarte, de amarte sin abrazarte, de
adorarte sin tener la religión de otros dioses.
Me suscribo a la costumbre de pensarte
y recordarte. Al inmenso lujo de conocerte
y ser tuyo cuando eres mía.
Cuando el sol termina su labor de viernes
por la tarde y la noche me recuerda que
mañana tampoco estarás viene tu
palabra a curarme la jornada; sopeso
el sabor de tu figura en la memoria
del instante, lleno la cuenca de mis ojos
con tu dulce forma en mi transitar.
Que se vayan las horas y se fracturen
las manecillas del tiempo porque la
vida es larga y corto es el aliento.
Cuando llego tarde a la mañana
y el desvelo carece de insomnio
me siento a beberte en el café,
te tomo en las gotas del rocío,
te palpo en las laderas del viento;
me avisan los ojos que las tardes
arderán en las llamas del
silencio.
Cuando vuelvo de donde nunca fui
me reservo los noticieros y apago
mis oídos al ruido de la radio.
Te enciendo en mi cabeza y mis ojos
buscan algo de ti en los mensajes
del mañana; abro las ausencia del
teléfono a escribirte lo que mi anhelo
necesita:
Te adoro*
Te necesito*
Te amo*
Te escribo y me detengo en la puerta
del envío a suspirar la falta que me haces,
a dibujar con lenguaje gramatical la grandeza de tenerte
sin tocarte, de amarte sin abrazarte, de
adorarte sin tener la religión de otros dioses.
Me suscribo a la costumbre de pensarte
y recordarte. Al inmenso lujo de conocerte
y ser tuyo cuando eres mía.
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