A veces solo quiero sexo,
ese sexo rápido y desenfrenado que es común a nuestra edad,
el sexo en el que dos cuerpos solo cohabitan para chocar entre sí
y llevar a ambos a un final predeterminado.
Pero hay otras veces donde no quiero sexo,
sino las cosas que llevan al sexo,
esos besos lentos y apasionados,
con una chispa de algo indescriptible
que inevitablemente termina creando un fuego desmedido
que nos absorbe a ambos y nubla nuestro juicio,
a veces quiero esas mordidas juguetonas en el cuello,
combinado con las respiraciones rápidas
que se vuelven más y más agitadas con el pasar del tiempo,
a veces quiero aquellas pausas necesitadas para recobrar el aliento,
mientras dejamos que nuestras manos descubran su camino hacia el cuerpo del otro,
y finalmente quiero el sexo nuevamente.
ese sexo rápido y desenfrenado que es común a nuestra edad,
el sexo en el que dos cuerpos solo cohabitan para chocar entre sí
y llevar a ambos a un final predeterminado.
Pero hay otras veces donde no quiero sexo,
sino las cosas que llevan al sexo,
esos besos lentos y apasionados,
con una chispa de algo indescriptible
que inevitablemente termina creando un fuego desmedido
que nos absorbe a ambos y nubla nuestro juicio,
a veces quiero esas mordidas juguetonas en el cuello,
combinado con las respiraciones rápidas
que se vuelven más y más agitadas con el pasar del tiempo,
a veces quiero aquellas pausas necesitadas para recobrar el aliento,
mientras dejamos que nuestras manos descubran su camino hacia el cuerpo del otro,
y finalmente quiero el sexo nuevamente.