Henry Alfaro
Miembro Conocido
Áridas lágrimas de incomprensión,
mientras muchos en la gran nación;
el líquido en una cubeta derraman,
demencia de mentes que declaman
locura en inteligencias cegadas.
¡Aquél niño inocente!
se paseaba entre su propia gente,
el color en su piel lo delataba
y por su mejilla una lágrima cruzaba,
atravesando aquel continente oscuro.
Gota cristalina en su carita,
es la esencia preciada de su vida
mientras al otro lado del mundo,
una aberración;
entre cubos de hielo y líquido vital,
frente aquel infante inocente
se desperdicia ante su sed total.
¡Que disparate! Nunca lo pensaste.
¡Que insensatez! Locura, simple inmadurez.
¡Que imprudencia! Aquél niño pedía clemencia.
¡Que desatino! De éste mundo tan cretino.
Tan solo es la locura,
de un orbe sin paciencia,
gente confabulada
en una alienación del mundo,
simple locura;
se perdió toda conciencia.
Autor Henry Alfaro Abarca.
mientras muchos en la gran nación;
el líquido en una cubeta derraman,
demencia de mentes que declaman
locura en inteligencias cegadas.
¡Aquél niño inocente!
se paseaba entre su propia gente,
el color en su piel lo delataba
y por su mejilla una lágrima cruzaba,
atravesando aquel continente oscuro.
Gota cristalina en su carita,
es la esencia preciada de su vida
mientras al otro lado del mundo,
una aberración;
entre cubos de hielo y líquido vital,
frente aquel infante inocente
se desperdicia ante su sed total.
¡Que disparate! Nunca lo pensaste.
¡Que insensatez! Locura, simple inmadurez.
¡Que imprudencia! Aquél niño pedía clemencia.
¡Que desatino! De éste mundo tan cretino.
Tan solo es la locura,
de un orbe sin paciencia,
gente confabulada
en una alienación del mundo,
simple locura;
se perdió toda conciencia.
Autor Henry Alfaro Abarca.

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