Francisco Escobar Bravo
Miembro Conocido
Acabo de contemplar la película que menciono en el título de esta anécdota, dirigida por Salvador Calvo y producida por Enrique Cerezo. Lamento de verdad que este señor sea el Presidente de mi amado Atlético de Madrid, pero se le ve a la legua que de español tiene lo que yo de armenio. Es decir, nada. Y de aficionado a la Historia menos todavía.
La llamada “gesta de Baler”, el asedio al que se vieron sometidos los últimos soldados españoles en la isla de Luzón en el año 1898, fue llevada a cabo por hombres y por tanto entre ellos los habría de todas las guisas. Desde cobardes hasta valientes, desde héroes hasta desertores, pero sobre todo había muchachos que habían sido enviados a la guerra por carecer de las 2.000 pesetas que era preciso pagar para no ser llamado a filas. Hasta ahí la verdad, aunque nos cueste creer que a base de dinero un joven pudiese evadirse de su deber para con la Patria pero así era. “De cuota” se les llamaba a esos ricos afortunados.
Pero a partir de ahí el resumen histórico que se hace en la película deja mucho que desear y nos obliga a pensar que igual que el señor Cerezo contó con un magnífico reparto de actores careció, o quiso carecer de él, de un equipo de historiadores que le asesorasen.
Nos presentan a un fraile franciscano que fumaba opio, lo cual me atrevo a creer que podría ser posible tras su estancia en China durante 20 años, pero se olvida de los dos que realmente sí estuvieron y que tras la capitulación continuaron clandestinamente su labor misionera en Filipinas.
Nos muestran asimismo a unos soldados que blasfeman a cada paso cuando provenían de una España religiosa en extremo obligatoriamente. La interjección ¡HOSTIAS! se ha puesto de moda no hace muchos años. Anteriormente, dudo que se usase.
Nos habla también del asesinato a sangre fría por parte de un teniente, Martín Cerezo, de una joven tagala. Por muy prostituta que ella pudiera ser dudo bastante que este hecho sea cierto.
Cuenta también el fusilamiento de varios soldados encerrados en los calabozos por intentar desertar. Este hecho sí es real, pero fue realizado a través de una puerta de madera para que los ejecutores no supieran si habían dado en el blanco y quiénes habían matado a sus compañeros.
Y ya lo que me parece inverosímil es el trato condescendiente de un teniente, el mando superior de la plaza, con un simple soldado por muy buen pintor que éste fuera.
Me consta que en la película del mismo nombre filmada en 1945 se hace un alarde patriótico total, - que se “pasaron”, ¡vaya! – pero aquel relato es mucho más creíble que el que nos presentan ahora.
En suma, contando con muchos más medios y con actores actuales quizás del mismo nivel que el de aquellos los productores han dejado la imagen de España por los suelos no entiendo con cuál torpe afán. Ni héroes ni villanos, hombre simplemente y como tales con sus errores, vicios, defectos y virtudes.
Me parece muy bien no haber pagado la entrada de un cine y haber pirateado la película, porque para contemplar cómo se tira por los suelos el nombre de mi Patria no me gasto ni un solo euro.
Señor Cerezo, repito que lamento mucho que sea usted el Presidente del Atlético de Madrid pero tiene usted una cara como para no jugar a las cartas en su contra porque
me parece un tramposo y muy mala gente.
Les sugiero que no la vean. Y si lo hacen que actúen a mi modo. ¿Darle a ganar un céntimo a ese caballero? ¡No, hombre!
¡Hasta pronto!
La llamada “gesta de Baler”, el asedio al que se vieron sometidos los últimos soldados españoles en la isla de Luzón en el año 1898, fue llevada a cabo por hombres y por tanto entre ellos los habría de todas las guisas. Desde cobardes hasta valientes, desde héroes hasta desertores, pero sobre todo había muchachos que habían sido enviados a la guerra por carecer de las 2.000 pesetas que era preciso pagar para no ser llamado a filas. Hasta ahí la verdad, aunque nos cueste creer que a base de dinero un joven pudiese evadirse de su deber para con la Patria pero así era. “De cuota” se les llamaba a esos ricos afortunados.
Pero a partir de ahí el resumen histórico que se hace en la película deja mucho que desear y nos obliga a pensar que igual que el señor Cerezo contó con un magnífico reparto de actores careció, o quiso carecer de él, de un equipo de historiadores que le asesorasen.
Nos presentan a un fraile franciscano que fumaba opio, lo cual me atrevo a creer que podría ser posible tras su estancia en China durante 20 años, pero se olvida de los dos que realmente sí estuvieron y que tras la capitulación continuaron clandestinamente su labor misionera en Filipinas.
Nos muestran asimismo a unos soldados que blasfeman a cada paso cuando provenían de una España religiosa en extremo obligatoriamente. La interjección ¡HOSTIAS! se ha puesto de moda no hace muchos años. Anteriormente, dudo que se usase.
Nos habla también del asesinato a sangre fría por parte de un teniente, Martín Cerezo, de una joven tagala. Por muy prostituta que ella pudiera ser dudo bastante que este hecho sea cierto.
Cuenta también el fusilamiento de varios soldados encerrados en los calabozos por intentar desertar. Este hecho sí es real, pero fue realizado a través de una puerta de madera para que los ejecutores no supieran si habían dado en el blanco y quiénes habían matado a sus compañeros.
Y ya lo que me parece inverosímil es el trato condescendiente de un teniente, el mando superior de la plaza, con un simple soldado por muy buen pintor que éste fuera.
Me consta que en la película del mismo nombre filmada en 1945 se hace un alarde patriótico total, - que se “pasaron”, ¡vaya! – pero aquel relato es mucho más creíble que el que nos presentan ahora.
En suma, contando con muchos más medios y con actores actuales quizás del mismo nivel que el de aquellos los productores han dejado la imagen de España por los suelos no entiendo con cuál torpe afán. Ni héroes ni villanos, hombre simplemente y como tales con sus errores, vicios, defectos y virtudes.
Me parece muy bien no haber pagado la entrada de un cine y haber pirateado la película, porque para contemplar cómo se tira por los suelos el nombre de mi Patria no me gasto ni un solo euro.
Señor Cerezo, repito que lamento mucho que sea usted el Presidente del Atlético de Madrid pero tiene usted una cara como para no jugar a las cartas en su contra porque
me parece un tramposo y muy mala gente.
Les sugiero que no la vean. Y si lo hacen que actúen a mi modo. ¿Darle a ganar un céntimo a ese caballero? ¡No, hombre!
¡Hasta pronto!