QUINSONNAS
Miembro Conocido

Sumido un arlequín en la ignorancia
entre dudas eternas subsistía
sin saber, de su propia circunstancia,
si con rombos o cuadros se vestía.
No atinaba a sentir la relevancia
de otorgar a sus parches simetría
y lejos de su vista y vigilancia
tal incógnita, en él, se mantenía.
Su espíritu portaba sólo trapos,
los zurcidos de un traje pintoresco
de colores de un pálido vacío.
Eran telas de múltiples harapos,
un tablero de damas bufonesco
que el arlequín llevaba de atavío.