Daniel Da
Miembro
El cantar de un gallo
me grita de lejos,
que despierte el ojo,
que termine el sueño.
Me doy media vuelta,
la frazada al cuello,
puteando a ese gallo
metido y molesto.
Pero a él, no le importa,
y sigue insistiendo,
subiendo el volumen
de sus cacareos.
Respirando hondo,
aún oscuro el cielo
abandono el catre que sueña tu cuerpo.
Y así me quedé,
arrastrando el cuero
siguiendo las huellas hacia tu recuerdo.
Y entre tanto canto,
metido y molesto,
tuve que dejar de soñarte en sueños.
Y empecé a soñarte,
llorando,
despierto...
Gracias a ese gallo
y sus cacareos.
 
				 
 
		 
 
		 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
 
		 
                                 
                                 
                                 
 
		 
                                 
 
		 
                                 
                                 
                                 
 
		 
                                