Miguel Francisco Romero
Nuevo Miembro
DIME, VIDA.   ©  Derechos reservados del texto
Autor: Miguel F. Romero 13/05/2013. Argentina.
   
En la imperturbable soledad, te busco, y no te encuentro
agitando en el arcón de la memoria y los recuerdos
senderos neblinosos, turbados, de dolor y melancolía
indagando momentos, buenos, malos, angustias no queridas.
Años te llevaste, como lágrimas que se van entre mis dedos
fontana en mis marchitas manos, abiertas a los misterios.
   
Añoro la infinita alegría, de mi primera bicicleta
y tú, vida, ahí mismo, me asestas tu primera estocada.
Me mortificas, aun pequeño, con la muerte de mi abuelo
y recuerdo, allá lejos, alma de niño, lastimada,
confundido y llorando, en los brazos de mi abuela amada
y a su perro, que aullaba, sufriendo, cerca de sus restos.
   
Vida, dónde le escondiste los besos a mi madre
que nunca los tuve , apenado, en mis mejillas.
La hermosa voz de mi padre, escondida en mis oídos
dónde, los recuerdos de mi abuela, y sus suspiros
sus besos, sus libros, su rodete de plata, y sus caricias
cuando me enseñaba y le leía, a media lengua, el Martin Fierro.
   
En qué lugar quedaron, las margaritas, gladiolos y malvones
que rodeaban su patio, florecidas, en macetas de colores
que ella regaba y cuidaba, con amor y dedicada.
Y tejía de sus hijas las mantillas, en su silla preferida
de la cocina, provenía, el aroma del pan y las tostadas
y el abuelo, ojos de cielo, más la miraba, y más la amaba.
   
Dónde están?, vida mía, mis tristezas y lamentos
y te olvidas, de mis pocos momentos de alegrías
sin notarlos, en la maraña de la lucha, día a día
buscando mis quimeras, progreso y crecimiento
cumpliendo mis metas, dedicado y con esfuerzo
y el éxito, y florecer, en tamaña algarabía.
   
Dónde, dónde, se perdieron los girones de mi vida?
Porque ella, me esculpe a fuego, imborrables
los instantes tristes y felices, mis lágrimas y risas
y los retiene en mis ojos, grabadas, perdurables.
Ayúdame en la búsqueda de tu lugar insondable
vida, no retoces en mis turbaciones y pesares.
   
En qué rincón sin luz quedaron, el amor y la pasión
cuerpos, piernas, piel, entrelazados en la arena
boca de cerezas y amapolas que bebe mis esencias
bajo el cielo, iluminados, por la luna y las estrellas.
Besos, gozo, extasiados, totalmente enamorados
desnudando nuevas ansias, urgencias y querencias.
   
Dónde estás, vida?, ya te fuiste, lejos, con premura
Te llevaste mis años, mis fuerzas, mi cordura
dejándome mansedumbre de amores y de utopías
entre pasiones, desenfreno, en noches cristalinas
explorando los atajos del amor y la dicha prístina
consumiendo mis momentos, en dichosa algarabía.
   
Vida, me despojaste de mis cosas más queridas.
joyas, que mi memoria atesora y no se olvida
son las cosas duras, buenas, más sentidas
pero tú, nunca las podrás borrar de mi memoria
guardadas en el arcón de las cosas escondidas
grabadas con dolor y fuego, en mis fatigas.
   
No podrás, con los recuerdos, de mis cosas más amadas,
ni con mi último aliento, aun después de mi partida,
las llevaré conmigo, en besos y caricias, atesoradas.
   
¡Tantos y tantos recuerdos!, Vida Mía.
   
Nuestra existencia es irrepetible, única, hecha en un trozo de la piedra de la vida,
por el irremplazable artesano del taller de nuestro tiempo.
La insobornable conciencia.
								Autor: Miguel F. Romero 13/05/2013. Argentina.
En la imperturbable soledad, te busco, y no te encuentro
agitando en el arcón de la memoria y los recuerdos
senderos neblinosos, turbados, de dolor y melancolía
indagando momentos, buenos, malos, angustias no queridas.
Años te llevaste, como lágrimas que se van entre mis dedos
fontana en mis marchitas manos, abiertas a los misterios.
Añoro la infinita alegría, de mi primera bicicleta
y tú, vida, ahí mismo, me asestas tu primera estocada.
Me mortificas, aun pequeño, con la muerte de mi abuelo
y recuerdo, allá lejos, alma de niño, lastimada,
confundido y llorando, en los brazos de mi abuela amada
y a su perro, que aullaba, sufriendo, cerca de sus restos.
Vida, dónde le escondiste los besos a mi madre
que nunca los tuve , apenado, en mis mejillas.
La hermosa voz de mi padre, escondida en mis oídos
dónde, los recuerdos de mi abuela, y sus suspiros
sus besos, sus libros, su rodete de plata, y sus caricias
cuando me enseñaba y le leía, a media lengua, el Martin Fierro.
En qué lugar quedaron, las margaritas, gladiolos y malvones
que rodeaban su patio, florecidas, en macetas de colores
que ella regaba y cuidaba, con amor y dedicada.
Y tejía de sus hijas las mantillas, en su silla preferida
de la cocina, provenía, el aroma del pan y las tostadas
y el abuelo, ojos de cielo, más la miraba, y más la amaba.
Dónde están?, vida mía, mis tristezas y lamentos
y te olvidas, de mis pocos momentos de alegrías
sin notarlos, en la maraña de la lucha, día a día
buscando mis quimeras, progreso y crecimiento
cumpliendo mis metas, dedicado y con esfuerzo
y el éxito, y florecer, en tamaña algarabía.
Dónde, dónde, se perdieron los girones de mi vida?
Porque ella, me esculpe a fuego, imborrables
los instantes tristes y felices, mis lágrimas y risas
y los retiene en mis ojos, grabadas, perdurables.
Ayúdame en la búsqueda de tu lugar insondable
vida, no retoces en mis turbaciones y pesares.
En qué rincón sin luz quedaron, el amor y la pasión
cuerpos, piernas, piel, entrelazados en la arena
boca de cerezas y amapolas que bebe mis esencias
bajo el cielo, iluminados, por la luna y las estrellas.
Besos, gozo, extasiados, totalmente enamorados
desnudando nuevas ansias, urgencias y querencias.
Dónde estás, vida?, ya te fuiste, lejos, con premura
Te llevaste mis años, mis fuerzas, mi cordura
dejándome mansedumbre de amores y de utopías
entre pasiones, desenfreno, en noches cristalinas
explorando los atajos del amor y la dicha prístina
consumiendo mis momentos, en dichosa algarabía.
Vida, me despojaste de mis cosas más queridas.
joyas, que mi memoria atesora y no se olvida
son las cosas duras, buenas, más sentidas
pero tú, nunca las podrás borrar de mi memoria
guardadas en el arcón de las cosas escondidas
grabadas con dolor y fuego, en mis fatigas.
No podrás, con los recuerdos, de mis cosas más amadas,
ni con mi último aliento, aun después de mi partida,
las llevaré conmigo, en besos y caricias, atesoradas.
¡Tantos y tantos recuerdos!, Vida Mía.
Nuestra existencia es irrepetible, única, hecha en un trozo de la piedra de la vida,
por el irremplazable artesano del taller de nuestro tiempo.
La insobornable conciencia.
 
				 
                                 
                                 
 
		 
 
		