JAVIER TOMAS
Sub Administrador
Doradas cascadas
por mis manos resbalan
ondeadas al viento
con movimiento incierto
como el mimbre de un cesto.
Aun que parezca casual,
todo tiene su concierto
que al moverse en desacierto
empiezan juntos afinar.
Con ese brillo dorado
del sol reflejado
en mil haces abiertos
dispuestos a deslumbrar.
Y las nubes que oscurecen
se postran ante la evidencia
de una ciencia
que nunca comprenderán.
Ondulan sobre tu cara
como si fuera un portento,
una imagen inmaculada
esculpida al viento
en blanco mármol pulido
de obligada devoción.
Pues esa melena loca
a nadie equivoca.
Ese dulce pelo
que quisiera conservar,
no sería nada,
carita morena,
no sería nada
lejos de la escena
con que envuelves su color.
por mis manos resbalan
ondeadas al viento
con movimiento incierto
como el mimbre de un cesto.
Aun que parezca casual,
todo tiene su concierto
que al moverse en desacierto
empiezan juntos afinar.
Con ese brillo dorado
del sol reflejado
en mil haces abiertos
dispuestos a deslumbrar.
Y las nubes que oscurecen
se postran ante la evidencia
de una ciencia
que nunca comprenderán.
Ondulan sobre tu cara
como si fuera un portento,
una imagen inmaculada
esculpida al viento
en blanco mármol pulido
de obligada devoción.
Pues esa melena loca
a nadie equivoca.
Ese dulce pelo
que quisiera conservar,
no sería nada,
carita morena,
no sería nada
lejos de la escena
con que envuelves su color.