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El lugar donde he botado mi tetera (Para llorarla luego)

Visité el sitio donde un día, con tres años,
descubrí tantos misterios
ya nada reconozco del entorno trivial
de la humilde barriada pinareña.

¿Distorsionadas fueron las imágenes
por el ingenuo encanto de mis pupilas infantiles,
entonces dueñas del don de sorprenderse?

¿O acaso hoy, mis ojos ya curtidos,
solo ven de las cosas lo superfluo?

El hecho es que ya, está todo perdido:
El lugar donde he botado mi tetera,
(para luego llorarla), el kindergarten,
el portal de la abuela,
el barro de la calle, barandas y escaleras,
Machi, el niño que jugaba a hacer maldades,
el kiosco de Castellanos, el refresco,
mi desmayo,
la línea de humedad que me seguía a la edad incontinente…
el rojo- negro de las llamas tapando al cielo, el día del incendio,
la cotorra parlanchina.

Se perdieron todos, como me he perdido yo, niña pequeña
bajo la fisonomía de abuela,
que ahora tengo.
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
Visité el sitio donde un día, con tres años,
descubrí tantos misterios
ya nada reconozco del entorno trivial
de la humilde barriada pinareña.

¿Distorsionadas fueron las imágenes
por el ingenuo encanto de mis pupilas infantiles,
entonces dueñas del don de sorprenderse?

¿O acaso hoy, mis ojos ya curtidos,
solo ven de las cosas lo superfluo?

El hecho es que ya, está todo perdido:
El lugar donde he botado mi tetera,
(para luego llorarla), el kindergarten,
el portal de la abuela,
el barro de la calle, barandas y escaleras,
Machi, el niño que jugaba a hacer maldades,
el kiosco de Castellanos, el refresco,
mi desmayo,
la línea de humedad que me seguía a la edad incontinente…
el rojo- negro de las llamas tapando al cielo, el día del incendio,
la cotorra parlanchina.

Se perdieron todos, como me he perdido yo, niña pequeña
bajo la fisonomía de abuela,
que ahora tengo.

Los recuerdos se viste de melancolía en ese comparar con la realidad,un poema hermoso y muy sentido que demuestra un profundo sentir,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 

Cisne

Moderadora del Foro Impresionismo y Expresionismo,
Visité el sitio donde un día, con tres años,
descubrí tantos misterios
ya nada reconozco del entorno trivial
de la humilde barriada pinareña.

¿Distorsionadas fueron las imágenes
por el ingenuo encanto de mis pupilas infantiles,
entonces dueñas del don de sorprenderse?

¿O acaso hoy, mis ojos ya curtidos,
solo ven de las cosas lo superfluo?

El hecho es que ya, está todo perdido:
El lugar donde he botado mi tetera,
(para luego llorarla), el kindergarten,
el portal de la abuela,
el barro de la calle, barandas y escaleras,
Machi, el niño que jugaba a hacer maldades,
el kiosco de Castellanos, el refresco,
mi desmayo,
la línea de humedad que me seguía a la edad incontinente…
el rojo- negro de las llamas tapando al cielo, el día del incendio,
la cotorra parlanchina.

Se perdieron todos, como me he perdido yo, niña pequeña
bajo la fisonomía de abuela,
que ahora tengo.


Paso el tiempo del asombro, el tiempo de la niñez cuando todo ante nuestros ojos tiene esa chispa de interesante, de lindo...bella edad de la inocencia, pero con los años poco a poco vamos dejando de sorprendernos ante la esencia de las cosas y cambiamos...
Margui, me gustó mucho esta poesía con visos de nostalgia sobre los tiempos idos.
Te felicito.
Un abrazo con cariño
Ana
 
Visité el sitio donde un día, con tres años,
descubrí tantos misterios
ya nada reconozco del entorno trivial
de la humilde barriada pinareña.

¿Distorsionadas fueron las imágenes
por el ingenuo encanto de mis pupilas infantiles,
entonces dueñas del don de sorprenderse?

¿O acaso hoy, mis ojos ya curtidos,
solo ven de las cosas lo superfluo?

El hecho es que ya, está todo perdido:
El lugar donde he botado mi tetera,
(para luego llorarla), el kindergarten,
el portal de la abuela,
el barro de la calle, barandas y escaleras,
Machi, el niño que jugaba a hacer maldades,
el kiosco de Castellanos, el refresco,
mi desmayo,
la línea de humedad que me seguía a la edad incontinente…
el rojo- negro de las llamas tapando al cielo, el día del incendio,
la cotorra parlanchina.

Se perdieron todos, como me he perdido yo, niña pequeña
bajo la fisonomía de abuela,
que ahora tengo.

Bello poema
la añoranza nos
lleva a idealizar
recuerdos y verlos
que distan de lo real
duele,un fuerte abrazo.
 

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