margui
Miembro Conocido
Visité el sitio donde un día, con tres años,
descubrí tantos misterios
ya nada reconozco del entorno trivial
de la humilde barriada pinareña.
¿Distorsionadas fueron las imágenes
por el ingenuo encanto de mis pupilas infantiles,
entonces dueñas del don de sorprenderse?
¿O acaso hoy, mis ojos ya curtidos,
solo ven de las cosas lo superfluo?
El hecho es que ya, está todo perdido:
El lugar donde he botado mi tetera,
(para luego llorarla), el kindergarten,
el portal de la abuela,
el barro de la calle, barandas y escaleras,
Machi, el niño que jugaba a hacer maldades,
el kiosco de Castellanos, el refresco,
mi desmayo,
la línea de humedad que me seguía a la edad incontinente…
el rojo- negro de las llamas tapando al cielo, el día del incendio,
la cotorra parlanchina.
Se perdieron todos, como me he perdido yo, niña pequeña
bajo la fisonomía de abuela,
que ahora tengo.
descubrí tantos misterios
ya nada reconozco del entorno trivial
de la humilde barriada pinareña.
¿Distorsionadas fueron las imágenes
por el ingenuo encanto de mis pupilas infantiles,
entonces dueñas del don de sorprenderse?
¿O acaso hoy, mis ojos ya curtidos,
solo ven de las cosas lo superfluo?
El hecho es que ya, está todo perdido:
El lugar donde he botado mi tetera,
(para luego llorarla), el kindergarten,
el portal de la abuela,
el barro de la calle, barandas y escaleras,
Machi, el niño que jugaba a hacer maldades,
el kiosco de Castellanos, el refresco,
mi desmayo,
la línea de humedad que me seguía a la edad incontinente…
el rojo- negro de las llamas tapando al cielo, el día del incendio,
la cotorra parlanchina.
Se perdieron todos, como me he perdido yo, niña pequeña
bajo la fisonomía de abuela,
que ahora tengo.
