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Ella era perfecta

Ella era perfecta, única en mi vida,
razón y motivo de toda alegría,
era toda espléndida, toda fantasía,
discreta, sensual, dulce y consentida.

Era su palabra música del cielo,
suave, picaresca, viva, juguetona,
esa que consiente, censura o perdona,
pero habla de frente, libre de recelo.

La luz de sus ojos era vida pura,
su boca panal de exquisita miel,
un trigal dorado su perfecta piel,
y de ángel del cielo su grácil figura.

De su boca ardiente siempre andaba preso,
de su andar sinuoso con cabello al viento,
de su amplia sonrisa del más fresco aliento,
y de esa mirada de guiño travieso.

Era su actitud dulce y protectora,
de brazos abiertos siempre cariñosos,
su tibio regazo pronto a mis reposos,
y una inagotable entrega hora a hora.

Llevaba su boca la más fresca menta,
sus gráciles dedos el ansiado roce,
sus picantes manos, infinito goce,
su fogoso beso, bella muerte lenta.

Era franca, altiva, fuerte y decidida,
vertical, directa, siempre insobornable,
de principios claros y palabra fiable,
toda una mujer hecha a mi medida.

Llenaba en mi vida todos los instantes,
con nimios detalles, pulcros, naturales,
palabras peritas, besos especiales,
versos a mi oído y ojos insinuantes.

A la hora del sexo siempre era mi dueña,
ambos entregando el alma en cada acto,
los dos excitados al simple contacto;
yo fuego candente y ella ardiente leña.

Siempre nos tomábamos con loco placer,
pechos galopantes, brazos muy unidos,
las bocas hambrientas, lúbricos gemidos,
éxtasis sin fin, hasta enloquecer.

Luego la abrigaba, metida en mis brazos,
pegada a mi pecho, las piernas trenzadas,
en largos silencios de horas encantadas,
besos en su frente y tenues abrazos.

Ella era perfecta, nunca comparable,
era mi respiro y yo era su vida,
nunca un desacuerdo, jamás una herida,
era amor sincero, perfecto y estable…



Ella fue tan mía y a su vez virtuosa
que cuando la muerte me llevó acuciosa,
se apagó también, gélida y hermosa,
juntos ella y yo, en única fosa.

Al final de cuentas tan genial belleza
apenas vivía en mi “ ida” cabeza.
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
Ella era perfecta, única en mi vida,
razón y motivo de toda alegría,
era toda espléndida, toda fantasía,
discreta, sensual, dulce y consentida.

Era su palabra música del cielo,
suave, picaresca, viva, juguetona,
esa que consiente, censura o perdona,
pero habla de frente, libre de recelo.

La luz de sus ojos era vida pura,
su boca panal de exquisita miel,
un trigal dorado su perfecta piel,
y de ángel del cielo su grácil figura.

De su boca ardiente siempre andaba preso,
de su andar sinuoso con cabello al viento,
de su amplia sonrisa del más fresco aliento,
y de esa mirada de guiño travieso.

Era su actitud dulce y protectora,
de brazos abiertos siempre cariñosos,
su tibio regazo pronto a mis reposos,
y una inagotable entrega hora a hora.

Llevaba su boca la más fresca menta,
sus gráciles dedos el ansiado roce,
sus picantes manos, infinito goce,
su fogoso beso, bella muerte lenta.

Era franca, altiva, fuerte y decidida,
vertical, directa, siempre insobornable,
de principios claros y palabra fiable,
toda una mujer hecha a mi medida.

Llenaba en mi vida todos los instantes,
con nimios detalles, pulcros, naturales,
palabras peritas, besos especiales,
versos a mi oído y ojos insinuantes.

A la hora del sexo siempre era mi dueña,
ambos entregando el alma en cada acto,
los dos excitados al simple contacto;
yo fuego candente y ella ardiente leña.

Siempre nos tomábamos con loco placer,
pechos galopantes, brazos muy unidos,
las bocas hambrientas, lúbricos gemidos,
éxtasis sin fin, hasta enloquecer.

Luego la abrigaba, metida en mis brazos,
pegada a mi pecho, las piernas trenzadas,
en largos silencios de horas encantadas,
besos en su frente y tenues abrazos.

Ella era perfecta, nunca comparable,
era mi respiro y yo era su vida,
nunca un desacuerdo, jamás una herida,
era amor sincero, perfecto y estable…



Ella fue tan mía y a su vez virtuosa
que cuando la muerte me llevó acuciosa,
se apagó también, gélida y hermosa,
juntos ella y yo, en única fosa.

Al final de cuentas tan genial belleza
apenas vivía en mi “ ida” cabeza.


Que buen poema Jorge la idealización de la mujer perfecta y del amor eterno se delinea con majestuosidad en tus versos,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 
Ahhhhhh me encantó!!! Toda la historia es exquisita y nos plantea la perfección del amor, para luego en su final darnos ese toque especial que solo tienen los delirios de nuestra mente y corazón. Felicitaciones Jorge por esta magistral y muy hermosa obra, reputación y saludos amigo poeta
 
Ahhhhhh me encantó!!! Toda la historia es exquisita y nos plantea la perfección del amor, para luego en su final darnos ese toque especial que solo tienen los delirios de nuestra mente y corazón. Felicitaciones Jorge por esta magistral y muy hermosa obra, reputación y saludos amigo poeta

Hola Daniel. Veo que captaste muy bien la esencia del poema. El amor perfecto que no pasa de ser una idealización de nuestra mente.

Quiero agradecer tus generosas palabras y la reputación que me regalas.

Un abrazo.
 
Ella era perfecta, única en mi vida,
razón y motivo de toda alegría,
era toda espléndida, toda fantasía,
discreta, sensual, dulce y consentida.

Era su palabra música del cielo,
suave, picaresca, viva, juguetona,
esa que consiente, censura o perdona,
pero habla de frente, libre de recelo.

La luz de sus ojos era vida pura,
su boca panal de exquisita miel,
un trigal dorado su perfecta piel,
y de ángel del cielo su grácil figura.

De su boca ardiente siempre andaba preso,
de su andar sinuoso con cabello al viento,
de su amplia sonrisa del más fresco aliento,
y de esa mirada de guiño travieso.

Era su actitud dulce y protectora,
de brazos abiertos siempre cariñosos,
su tibio regazo pronto a mis reposos,
y una inagotable entrega hora a hora.

Llevaba su boca la más fresca menta,
sus gráciles dedos el ansiado roce,
sus picantes manos, infinito goce,
su fogoso beso, bella muerte lenta.

Era franca, altiva, fuerte y decidida,
vertical, directa, siempre insobornable,
de principios claros y palabra fiable,
toda una mujer hecha a mi medida.

Llenaba en mi vida todos los instantes,
con nimios detalles, pulcros, naturales,
palabras peritas, besos especiales,
versos a mi oído y ojos insinuantes.

A la hora del sexo siempre era mi dueña,
ambos entregando el alma en cada acto,
los dos excitados al simple contacto;
yo fuego candente y ella ardiente leña.

Siempre nos tomábamos con loco placer,
pechos galopantes, brazos muy unidos,
las bocas hambrientas, lúbricos gemidos,
éxtasis sin fin, hasta enloquecer.

Luego la abrigaba, metida en mis brazos,
pegada a mi pecho, las piernas trenzadas,
en largos silencios de horas encantadas,
besos en su frente y tenues abrazos.

Ella era perfecta, nunca comparable,
era mi respiro y yo era su vida,
nunca un desacuerdo, jamás una herida,
era amor sincero, perfecto y estable…



Ella fue tan mía y a su vez virtuosa
que cuando la muerte me llevó acuciosa,
se apagó también, gélida y hermosa,
juntos ella y yo, en única fosa.

Al final de cuentas tan genial belleza
apenas vivía en mi “ ida” cabeza.

Hola QUERIDO JORGE.

Ella era perfecta ..vaya que si ..las imágenes que lograste en mi mente son divinas
y ver que mi erizaste ufff.
creo que cuando nos encontramos ciegos de amor (si así podría llamarse ) y hago mención de esto por que para mi un amor así no es mas que un mero capricho, idealizamos hasta no encontrar nada que pueda tener comparación alguna con el ser amado.
y resulta que un día cualquiera te das cuenta de la realidad de las cosas.

Yo muy feliz ,de echo siempre que venga apapacharme con tu arte me suele suceder que mi alma se pone contentita ..
te aplaudo y felicito .

Muchas gracias.
Permite darte mi abrazo con mi cariño y admiración.
mis saludos
 
Hola QUERIDO JORGE.

Ella era perfecta ..vaya que si ..las imágenes que lograste en mi mente son divinas
y ver que mi erizaste ufff.
creo que cuando nos encontramos ciegos de amor (si así podría llamarse ) y hago mención de esto por que para mi un amor así no es mas que un mero capricho, idealizamos hasta no encontrar nada que pueda tener comparación alguna con el ser amado.
y resulta que un día cualquiera te das cuenta de la realidad de las cosas.

Yo muy feliz ,de echo siempre que venga apapacharme con tu arte me suele suceder que mi alma se pone contentita ..
te aplaudo y felicito .

Muchas gracias.
Permite darte mi abrazo con mi cariño y admiración.
mis saludos

Hola Karen.

Un amor así es la perfección y eso no existe. Mira que cuando fallecí ella también. Era apenas una invención de mi cabeza loca!

Todo es posible en nuestra imaginación.

Me encanta que te apapaches con mis textos!

Muchas gracias por la efusivas palabras que siempre me dejas y por la reputación que me regalas.

Un abrazo.
 
¡Qué manera de idealizar a la mujer perfecta! Así es como caemos en el error de creer que exista

un hombre o una mujer con tanta cualidades, sin ver que un ser humano es imperfecto.

Me ha encantado el vuelo de tu imaginación en éstas maravillosas letras.

Siempre mi admiración, cinco estrellas y reputación si me deja, amigo Jorge.

Un abrazo cordial y amistoso.
 

Cisne

Moderadora del Foro Impresionismo y Expresionismo,
Ella era perfecta, única en mi vida,
razón y motivo de toda alegría,
era toda espléndida, toda fantasía,
discreta, sensual, dulce y consentida.

Era su palabra música del cielo,
suave, picaresca, viva, juguetona,
esa que consiente, censura o perdona,
pero habla de frente, libre de recelo.

La luz de sus ojos era vida pura,
su boca panal de exquisita miel,
un trigal dorado su perfecta piel,
y de ángel del cielo su grácil figura.

De su boca ardiente siempre andaba preso,
de su andar sinuoso con cabello al viento,
de su amplia sonrisa del más fresco aliento,
y de esa mirada de guiño travieso.

Era su actitud dulce y protectora,
de brazos abiertos siempre cariñosos,
su tibio regazo pronto a mis reposos,
y una inagotable entrega hora a hora.

Llevaba su boca la más fresca menta,
sus gráciles dedos el ansiado roce,
sus picantes manos, infinito goce,
su fogoso beso, bella muerte lenta.

Era franca, altiva, fuerte y decidida,
vertical, directa, siempre insobornable,
de principios claros y palabra fiable,
toda una mujer hecha a mi medida.

Llenaba en mi vida todos los instantes,
con nimios detalles, pulcros, naturales,
palabras peritas, besos especiales,
versos a mi oído y ojos insinuantes.

A la hora del sexo siempre era mi dueña,
ambos entregando el alma en cada acto,
los dos excitados al simple contacto;
yo fuego candente y ella ardiente leña.

Siempre nos tomábamos con loco placer,
pechos galopantes, brazos muy unidos,
las bocas hambrientas, lúbricos gemidos,
éxtasis sin fin, hasta enloquecer.

Luego la abrigaba, metida en mis brazos,
pegada a mi pecho, las piernas trenzadas,
en largos silencios de horas encantadas,
besos en su frente y tenues abrazos.

Ella era perfecta, nunca comparable,
era mi respiro y yo era su vida,
nunca un desacuerdo, jamás una herida,
era amor sincero, perfecto y estable…



Ella fue tan mía y a su vez virtuosa
que cuando la muerte me llevó acuciosa,
se apagó también, gélida y hermosa,
juntos ella y yo, en única fosa.

Al final de cuentas tan genial belleza
apenas vivía en mi “ ida” cabeza.
Encantador poema, sobre todo el cierre, es de lujo.
Felicitaciones Jorge.
Un abrazo
Ana
 
¡Qué manera de idealizar a la mujer perfecta! Así es como caemos en el error de creer que exista

un hombre o una mujer con tanta cualidades, sin ver que un ser humano es imperfecto.

Me ha encantado el vuelo de tu imaginación en éstas maravillosas letras.

Siempre mi admiración, cinco estrellas y reputación si me deja, amigo Jorge.

Un abrazo cordial y amistoso.

Hola Matilde.

En la cabeza de quien escribe todo puede suceder, desde la más atroz desgracia hasta la perfección total... De cualquier manera casi siempre idealizamos sin reparar en la cruda realidad...

Muchas gracias por tu visita, tus palabras y la reputación que me regalas.

Un abrazo.
 

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