Matilde Maisonnave
Miembro Conocido
Emigrar
Hoy aviento mi tristeza
en el verde que me encierra;
tortura de mi existencia
cardales de mis desdichas,
olvidos negros; pimpollos
que un día fueron…
Terminaré de una vez
no resiste el corazón
ver como crecen los pastos
ahogándome en sus marañas,
enmudeciendo mi boca
que no tiene quien la oiga.
Mis ojos se van cerrando
en ceniza convertidos
ansían el turbio pozo,
alejados del desprecio
de la cruda indiferencia,
de los lobos que sin pena
llenan mi alma de lodo.
A nadie puedo querer,
el amor sólo es sarmiento
tan frágil que fue muriendo,
palabra que sin sentido
ha corrompido mi fé.
Ya las plantas de mis pies
buscan descanso eterno.
Matilde Maisonnave
Hoy aviento mi tristeza
en el verde que me encierra;
tortura de mi existencia
cardales de mis desdichas,
olvidos negros; pimpollos
que un día fueron…
Terminaré de una vez
no resiste el corazón
ver como crecen los pastos
ahogándome en sus marañas,
enmudeciendo mi boca
que no tiene quien la oiga.
Mis ojos se van cerrando
en ceniza convertidos
ansían el turbio pozo,
alejados del desprecio
de la cruda indiferencia,
de los lobos que sin pena
llenan mi alma de lodo.
A nadie puedo querer,
el amor sólo es sarmiento
tan frágil que fue muriendo,
palabra que sin sentido
ha corrompido mi fé.
Ya las plantas de mis pies
buscan descanso eterno.
Matilde Maisonnave