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En la tienda

EN LA TIENDA

_ ¡Buenos días mi señora!
bienvenida a este lugar
donde usted puede comprar
algo útil sin demora
y le sirva, si lo explora.
Esta tienda es muy barata,
no hace falta tanta plata,
lo que quiera que le muestre
es posible que amaestre,
debe ser usted sensata.

_ ¡Buenos días señorita!,
ya que estaba por aquí
al ver luces yo subí,
pues entrar algo me irrita
y no creo se repita.
Es que estoy muy solitaria
y en mi cuenta semanaria
de mi amor extraño todo
que el destino, de algún modo,
me dejó en la malaria.

_ No se aflija por favor,
mucha gente de su edad
ha venido… en verdad…
a buscar aquel sabor
que olvidaron de su amor.
Hay señoras indecisas
que se ven frecuente en misas
que aquí vienen, sin dudar,
conseguir para jugar…
o rugosas o bien lisas.

_ Hace tiempo que soy viuda,
mucho más que la alegría
no me hace compañía
y mi cuerpo que no suda,
pues mi estómago se anuda;
y eso ha sido mi motor
y me ha dado gran valor
de pedirle de una vez
y contando hasta tres…
¡Quiero aquel consolador!

Ángel César Cocuzza.
 

Seis

Miembro Activo
:D Las penas no se curan; pero en momentos se olvidan cuando la compra es un acierto.
Es buenísimo este poema.
 
EN LA TIENDA

_ ¡Buenos días mi señora!
bienvenida a este lugar
donde usted puede comprar
algo útil sin demora
y le sirva, si lo explora.
Esta tienda es muy barata,
no hace falta tanta plata,
lo que quiera que le muestre
es posible que amaestre,
debe ser usted sensata.

_ ¡Buenos días señorita!,
ya que estaba por aquí
al ver luces yo subí,
pues entrar algo me irrita
y no creo se repita.
Es que estoy muy solitaria
y en mi cuenta semanaria
de mi amor extraño todo
que el destino, de algún modo,
me dejó en la malaria.

_ No se aflija por favor,
mucha gente de su edad
ha venido… en verdad…
a buscar aquel sabor
que olvidaron de su amor.
Hay señoras indecisas
que se ven frecuente en misas
que aquí vienen, sin dudar,
conseguir para jugar…
o rugosas o bien lisas.

_ Hace tiempo que soy viuda,
mucho más que la alegría
no me hace compañía
y mi cuerpo que no suda,
pues mi estómago se anuda;
y eso ha sido mi motor
y me ha dado gran valor
de pedirle de una vez
y contando hasta tres…
¡Quiero aquel consolador!

Ángel César Cocuzza.


Me encantó el poema, una composición muy ocurrente y divertida, además de tan bien lograda estructura literaria que merece unos calurosos aplausos y carcajadas. Te felicito Angel. Saludos
 

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