El despertar de la tierra
Cuando pienso en lo que absorbe tu pupila arcana
siento el eco de la piel que entre suspiros gime.
Como tú gimes de auroras cuando el viento esgrime
negro sable que amortaja la piedad lejana.
Y un relámpago de frío en mi angustiado pecho
se retuerce como acero cuando tú me miras.
Madre Tierra, sufro el luto en tus preciosas liras
que por fuerza entonan requiem al solar deshecho.
Has bebido tantas sangres que no existe cuenca
que no lleve una corriente con olor a muertos.
Sol y lluvia han condenado ya, de oficio, al Ente.
Solo queda en mi un sollozo y esperar tu penca
cuando acabes mansamente de llorar entuertos
y la ira en tu mirada sea por fin consciente.
Alba Rivero.
