JAVIER TOMAS
Sub Administrador
Al no recibir contestación empezó a correr poseída por el pánico. No estaba segura de hacia donde, pero no la importaba. Vio un árbol retorcido por el que habían pasado un rato antes. Fue hacia él, pero al girar para tomar el sendero que lo bordeaba soltó un grito desgarrador. De una soga colgaban tres cuervos muertos. Aterrada, sus piernas se movieron como llevadas por el diablo. Tropezó varias veces, desollándose las rodillas y las palmas de las manos, pero nada la paraba. Vislumbró la casa al fondo, al rebasar unas altas rocas, unas manos la agarraron de los hombros. Le faltó el aire, y la vista se le nubló. Todo desapareció de su consciencia.
-¡NO!
-¡Tranquila!¡Soy yo! Estamos en casa.
Antonio la sujetaba de los hombros. Nada más verle un torrente de lágrimas brotaron de sus ojos y se abrazó a él con fuerza.
-¿Donde estabas? Te llamaba y no contestabas.
-Entré en una pequeña cueva, me figuro que por eso no te oía. Fue solo unmomento, pero al salir te vi correr entre gritos. Me lancé tras de ti sin saber que pasaba, hasta que te alcance ya cerca de la casa .Al agarrarte de los hombros te desmayaste.
-Fue horrible, alguien me seguía. Susurraba mi nombre. Me encontré sola y desvalida.
-Yo no vi a nadie.
-¿Nadie?, ¿y quién colgó los cuervos del árbol?
-¿Cuervos? ¿Que cuervos?
-En el árbol retorcido.
-Yo pasé por ahí siguiéndote y nada vi. Tranquilízate. Te he limpiadolas heridas. Descansa. Te preparo una tila y luego hablamos.
Intentó dormir un poco, pero era imposible, en cuanto cerraba los ojos veía esos tres horribles cuervos. Intentó recordar todo lo sucedido, cada vez estaba más segura de que había alguien detrás de ella en el bosque. Tenía la impresión de que susurraba su nombre, y esa voz no era la de Antonio, era mucho más aguda, femenina. No quiso salir en todo el día.
Él, por entretenerse, preparó la cena. Peló y pico una cebolla, unas zanahorias, y unos puerros. Sostenía un cuchillo grande con un mango labrado representando una escena de caza. El repetido toc toc del utensilio contra la madera de cortar la estaba poniendo de los nervios. Salió de la cocina y se sentó de frente a la chimenea. En ese momento escuchó unos ruidos en el exterior. No quería asomarse, pero la curiosidad y el ansia pudieron con ella. Levantó el visillo de la ventana. En la tupida manta de hojas que lo cubrían todo, observó unas marcas, como si se hubiera arrastrado algo. Otro ruido la llegó desde el lateral de la habitación. Era como un palo de madera golpeando un árbol. Corrió hacia allí sin conseguir ver nada. Se fue hasta el servicio, en la trasera de la casa, y a oscuras se apostó en la ventana, forzando la vista. Contuvo el aire para no hacer ruido.
-¿Que haces aquí?
Pegó un brinco del susto, detrás suya estaba Antonio con el cuchillo en la mano y el delantal.
-Nada,nada. Miraba el paisaje.
-¿A oscuras? Que pensabas ver ¿luciérnagas?. Vamos a cenar.
Se sintió ridícula. Cenó poco y se fue a la cama excusándose. Fue la primera vez que no hicieron el amor.
Después de una noche en vela decidió ponerle remedio a la situación. No podía dejar que eso enfriara la relación.
-Cariño,si no te importa me voy a acercar al pueblo con el coche. Seguro que la tontería de ayer es por estar aislados. No estoy acostumbrada a vivir en un sitio tan solitario. Me doy una vuelta, veo un par de tiendas y compro algo de comer para hoy. Verás como con eso dejo de decir tonterías.
Le dio un beso apasionado y se fue. El pueblo no era gran cosa, pero después de la sensación de aislamiento le tranquilizó mucho. Se compró una bonita blusa y unas zapatillas. Visitó la pequeña iglesia románica del pueblo, y entró en una taberna a tomar un café. Era toda de madera, con traviesas en el techo. Las mesas y sillas tenían muchos años, y el olor era a viejo. Unos pocos paisanos se juntaban en el local.
-Buenos días.
-Buenos días. ¿Que le pongo?
-Quisiera un café solo con dos azucarillos. Por favor ¿sabe si en el pueblo alguien vende comidas preparadas?.
-Si, en la panadería. El local de al lado es suyo y tienen comidas parav ender.
-Muchas gracias.
-¿Que andan, en alguna casa rural?
-Si, en una que hay por el pequeño puente medieval de la fuente. No se como se llama, tiene un pequeño blasón en el pórtico con una serpiente y una rama.
-¡La casa de la sangre!
Todos los reunidos callaron y dirigieron su mirada hacia ella.
-¿L acasa de la sangre?, que nombre más curioso.
-Esa casa esta maldita.
-¿Maldita?
-Allí vivían Sara y Gonzalo Sandoya con sus hijos, niño y niña. Eran gente rara y huraña, pero nunca dieron problemas. Un día llegó una chica medio muerta al pueblo, estaba llena de puñaladas y golpes, dijo que ellos se lo hicieron. La guardia civil los investigó y descubrieron un montón de cadáveres de chicas enterrados en un claro del bosque, eran excursionistas o que habían abandonado su casa. Todas fueron decapitadas con un cuchillo de grandes dimensiones. Cuando fueron a arrestarlos habían desaparecido.Encontraron sus cadáveres en el rio Eco, saltaron por un desfiladero y se despeñaron.
-¿Y los niños?
-Nada se supo de ellos, y es extraño, pues eran muy pequeños, de 5 y 7años creo recordar. Seguramente sus cuerpos estén enterrados en cualquier sitio. De esto hace más de 20 años.
La vuelta no fue tan alegre como ella pensaba. Se había despejado en el pueblo, pero esa maldita historia la tenía con los nervios a flor depiel.
Intentó disimular en la comida, mostrándose más amable y cariñosa, pero Antonio se mantenía con la cara seria, preocupada, o quizás ausente, no sabía, pero no parecía él. Esa tarde dieron un paseo alrededor de la casa, sin perderla nunca de vista. Rosa estaba deseando que llegara el sábado para irse. La noche se echo encima.
-Voy al coche. Dejé en el maletero un libro de poemas de Neruda, te los leeré haber si te tranquilizas. Mientras tanto prepara un poco de embutido en un plato para cenar. ¡Ah!, y abre la botella de vino blanco de la nevera.
Sacó las últimas reservas de comida y las puso en el plato. Buscó el sacacorchos por los cajones y cuando se disponía a abrir el vino sonó un fuerte golpe. Parecía el capó del coche, pero fue demasiado brusco.
-¿Antonio?.
No hubo respuesta. Fue hacia la puerta.
-¿Antonio?.
El silencio la contestó. Salió al porche y vio el capó del maletero abierto, un libro en el suelo y una abolladura en una de las puertas ,parecía que tuviera sangre.
-¡ANTONIO!
Nada .Un sudor frío empezó a recorrerle el cuerpo a la vez que un temblor la hacía mantener a duras penas el equilibrio. Dio dos pasos para atrás cuando un portazo la hizo caer al suelo, la puerta de la calle se había cerrado. Se levantó e intentó abrirla, imposible. Una saliva espesa se le agarró a la garganta mientras el resto de la boca se la secaba. Con la espalda pegada a la pared empezó a avanzar hacia un lado, intentaría llegar a la puerta de la cocina. Sus ojos se movían a una velocidad de vertido de un lado a otro. Torció la esquina, miró hacia su izquierda, y a penas dos palmos de su cara colgaba de una soga un cuervo ensangrentado. El grito se pudo oír en kilómetros a la redonda. Saltó del porche sin importarle la barandilla. Se quedó algo aturdida por el golpe, pero aún así se levantó y corrió en dirección opuesta. El corazón le dolía de la cantidad de pulsaciones que tenía, en las sienes se marcaba la vena como si fuera una cicatriz. Dejó el coche atrás y se disponía a lanzarse por el camino por donde entraban, cuando apareció una figura sombría delante de ella. Se paró en seco. Llevaba un palo en una mano, y en la otra algo que no conseguía identificar. Se fue acercando a un paso lento, cansino, hasta que la claridad de la casa la ilumino algo. ¡ERA UNA CABEZA HUMANA! ¡Si, seguro! La sosteníade los cabellos mientras en la otra llevaba un palo ensangrentado.¡PERO ¿QUIEN?!. La claridad le llegó hasta el rostro ¿Marta? ¡MARTA! Tenía la cara desencajada, una expresión de locura se la cubría entera. Sus piernas se movieron solas. Corrió todo lo que pudo hasta que entró en el bosque. Arañazo tras arañazo, caída tras caída, sin aliento, pero con la fuerza del miedo. Encontró un sendero. No sabía donde la llevaría, pero lejos de Marta, con eso valía. No parecía seguirla. Distinguió otra figura al fondo, bajó el ritmo de la carrera. Las nubes se movieron y dejaron salir la luz de la luna en cuarto creciente. Era Antonio ¡ANTONIO! Aceleró cuanto pudo viendo a su salvador, a dos metros se lanzó con los brazos abiertos para abrazarle, entonces sintió una punzada en el vientre y un frío terrible. Un calor extraño y húmedo le recorrió las piernas. Tambaleándose retrocedió dos pasos. Pudo ver el mango labrado del cuchillo de casi dos palmos. El acero lo tenía clavado en su cuerpo, desde esa perspectiva la escena de caza le parecía sanguinaria. Miró a Antonio sin poder articular palabra, pero preguntando con su gesto que había pasado. Este asió el mango con fuerza y lo sacó con un movimiento brusco. La sangre brotaba como si fuera una fuente. De inmediato se desplomó sin vida el cuerpo de Rosa. El ruido de unos pasos llamaron su atención. Al fondo, aparecía Marta con un cuervo ahorcado de una soga colgando de su cuello, y la cabeza de una muñeca en la mano. Ninguno de los dos dijo nada, se puso a los pies de ella.
-¿Crees que Mamá y Papá estarían orgullosos de nosotros?
-Claro que si, aprendimos bien el juego con ellos.
Levantó la cabeza de Rosa por los pelos, subió el cuchillo y asestó un fuerte golpe en su cuello con el filo. Hay tradiciones que no se pierden.
-¡NO!
-¡Tranquila!¡Soy yo! Estamos en casa.
Antonio la sujetaba de los hombros. Nada más verle un torrente de lágrimas brotaron de sus ojos y se abrazó a él con fuerza.
-¿Donde estabas? Te llamaba y no contestabas.
-Entré en una pequeña cueva, me figuro que por eso no te oía. Fue solo unmomento, pero al salir te vi correr entre gritos. Me lancé tras de ti sin saber que pasaba, hasta que te alcance ya cerca de la casa .Al agarrarte de los hombros te desmayaste.
-Fue horrible, alguien me seguía. Susurraba mi nombre. Me encontré sola y desvalida.
-Yo no vi a nadie.
-¿Nadie?, ¿y quién colgó los cuervos del árbol?
-¿Cuervos? ¿Que cuervos?
-En el árbol retorcido.
-Yo pasé por ahí siguiéndote y nada vi. Tranquilízate. Te he limpiadolas heridas. Descansa. Te preparo una tila y luego hablamos.
Intentó dormir un poco, pero era imposible, en cuanto cerraba los ojos veía esos tres horribles cuervos. Intentó recordar todo lo sucedido, cada vez estaba más segura de que había alguien detrás de ella en el bosque. Tenía la impresión de que susurraba su nombre, y esa voz no era la de Antonio, era mucho más aguda, femenina. No quiso salir en todo el día.
Él, por entretenerse, preparó la cena. Peló y pico una cebolla, unas zanahorias, y unos puerros. Sostenía un cuchillo grande con un mango labrado representando una escena de caza. El repetido toc toc del utensilio contra la madera de cortar la estaba poniendo de los nervios. Salió de la cocina y se sentó de frente a la chimenea. En ese momento escuchó unos ruidos en el exterior. No quería asomarse, pero la curiosidad y el ansia pudieron con ella. Levantó el visillo de la ventana. En la tupida manta de hojas que lo cubrían todo, observó unas marcas, como si se hubiera arrastrado algo. Otro ruido la llegó desde el lateral de la habitación. Era como un palo de madera golpeando un árbol. Corrió hacia allí sin conseguir ver nada. Se fue hasta el servicio, en la trasera de la casa, y a oscuras se apostó en la ventana, forzando la vista. Contuvo el aire para no hacer ruido.
-¿Que haces aquí?
Pegó un brinco del susto, detrás suya estaba Antonio con el cuchillo en la mano y el delantal.
-Nada,nada. Miraba el paisaje.
-¿A oscuras? Que pensabas ver ¿luciérnagas?. Vamos a cenar.
Se sintió ridícula. Cenó poco y se fue a la cama excusándose. Fue la primera vez que no hicieron el amor.
Después de una noche en vela decidió ponerle remedio a la situación. No podía dejar que eso enfriara la relación.
-Cariño,si no te importa me voy a acercar al pueblo con el coche. Seguro que la tontería de ayer es por estar aislados. No estoy acostumbrada a vivir en un sitio tan solitario. Me doy una vuelta, veo un par de tiendas y compro algo de comer para hoy. Verás como con eso dejo de decir tonterías.
Le dio un beso apasionado y se fue. El pueblo no era gran cosa, pero después de la sensación de aislamiento le tranquilizó mucho. Se compró una bonita blusa y unas zapatillas. Visitó la pequeña iglesia románica del pueblo, y entró en una taberna a tomar un café. Era toda de madera, con traviesas en el techo. Las mesas y sillas tenían muchos años, y el olor era a viejo. Unos pocos paisanos se juntaban en el local.
-Buenos días.
-Buenos días. ¿Que le pongo?
-Quisiera un café solo con dos azucarillos. Por favor ¿sabe si en el pueblo alguien vende comidas preparadas?.
-Si, en la panadería. El local de al lado es suyo y tienen comidas parav ender.
-Muchas gracias.
-¿Que andan, en alguna casa rural?
-Si, en una que hay por el pequeño puente medieval de la fuente. No se como se llama, tiene un pequeño blasón en el pórtico con una serpiente y una rama.
-¡La casa de la sangre!
Todos los reunidos callaron y dirigieron su mirada hacia ella.
-¿L acasa de la sangre?, que nombre más curioso.
-Esa casa esta maldita.
-¿Maldita?
-Allí vivían Sara y Gonzalo Sandoya con sus hijos, niño y niña. Eran gente rara y huraña, pero nunca dieron problemas. Un día llegó una chica medio muerta al pueblo, estaba llena de puñaladas y golpes, dijo que ellos se lo hicieron. La guardia civil los investigó y descubrieron un montón de cadáveres de chicas enterrados en un claro del bosque, eran excursionistas o que habían abandonado su casa. Todas fueron decapitadas con un cuchillo de grandes dimensiones. Cuando fueron a arrestarlos habían desaparecido.Encontraron sus cadáveres en el rio Eco, saltaron por un desfiladero y se despeñaron.
-¿Y los niños?
-Nada se supo de ellos, y es extraño, pues eran muy pequeños, de 5 y 7años creo recordar. Seguramente sus cuerpos estén enterrados en cualquier sitio. De esto hace más de 20 años.
La vuelta no fue tan alegre como ella pensaba. Se había despejado en el pueblo, pero esa maldita historia la tenía con los nervios a flor depiel.
Intentó disimular en la comida, mostrándose más amable y cariñosa, pero Antonio se mantenía con la cara seria, preocupada, o quizás ausente, no sabía, pero no parecía él. Esa tarde dieron un paseo alrededor de la casa, sin perderla nunca de vista. Rosa estaba deseando que llegara el sábado para irse. La noche se echo encima.
-Voy al coche. Dejé en el maletero un libro de poemas de Neruda, te los leeré haber si te tranquilizas. Mientras tanto prepara un poco de embutido en un plato para cenar. ¡Ah!, y abre la botella de vino blanco de la nevera.
Sacó las últimas reservas de comida y las puso en el plato. Buscó el sacacorchos por los cajones y cuando se disponía a abrir el vino sonó un fuerte golpe. Parecía el capó del coche, pero fue demasiado brusco.
-¿Antonio?.
No hubo respuesta. Fue hacia la puerta.
-¿Antonio?.
El silencio la contestó. Salió al porche y vio el capó del maletero abierto, un libro en el suelo y una abolladura en una de las puertas ,parecía que tuviera sangre.
-¡ANTONIO!
Nada .Un sudor frío empezó a recorrerle el cuerpo a la vez que un temblor la hacía mantener a duras penas el equilibrio. Dio dos pasos para atrás cuando un portazo la hizo caer al suelo, la puerta de la calle se había cerrado. Se levantó e intentó abrirla, imposible. Una saliva espesa se le agarró a la garganta mientras el resto de la boca se la secaba. Con la espalda pegada a la pared empezó a avanzar hacia un lado, intentaría llegar a la puerta de la cocina. Sus ojos se movían a una velocidad de vertido de un lado a otro. Torció la esquina, miró hacia su izquierda, y a penas dos palmos de su cara colgaba de una soga un cuervo ensangrentado. El grito se pudo oír en kilómetros a la redonda. Saltó del porche sin importarle la barandilla. Se quedó algo aturdida por el golpe, pero aún así se levantó y corrió en dirección opuesta. El corazón le dolía de la cantidad de pulsaciones que tenía, en las sienes se marcaba la vena como si fuera una cicatriz. Dejó el coche atrás y se disponía a lanzarse por el camino por donde entraban, cuando apareció una figura sombría delante de ella. Se paró en seco. Llevaba un palo en una mano, y en la otra algo que no conseguía identificar. Se fue acercando a un paso lento, cansino, hasta que la claridad de la casa la ilumino algo. ¡ERA UNA CABEZA HUMANA! ¡Si, seguro! La sosteníade los cabellos mientras en la otra llevaba un palo ensangrentado.¡PERO ¿QUIEN?!. La claridad le llegó hasta el rostro ¿Marta? ¡MARTA! Tenía la cara desencajada, una expresión de locura se la cubría entera. Sus piernas se movieron solas. Corrió todo lo que pudo hasta que entró en el bosque. Arañazo tras arañazo, caída tras caída, sin aliento, pero con la fuerza del miedo. Encontró un sendero. No sabía donde la llevaría, pero lejos de Marta, con eso valía. No parecía seguirla. Distinguió otra figura al fondo, bajó el ritmo de la carrera. Las nubes se movieron y dejaron salir la luz de la luna en cuarto creciente. Era Antonio ¡ANTONIO! Aceleró cuanto pudo viendo a su salvador, a dos metros se lanzó con los brazos abiertos para abrazarle, entonces sintió una punzada en el vientre y un frío terrible. Un calor extraño y húmedo le recorrió las piernas. Tambaleándose retrocedió dos pasos. Pudo ver el mango labrado del cuchillo de casi dos palmos. El acero lo tenía clavado en su cuerpo, desde esa perspectiva la escena de caza le parecía sanguinaria. Miró a Antonio sin poder articular palabra, pero preguntando con su gesto que había pasado. Este asió el mango con fuerza y lo sacó con un movimiento brusco. La sangre brotaba como si fuera una fuente. De inmediato se desplomó sin vida el cuerpo de Rosa. El ruido de unos pasos llamaron su atención. Al fondo, aparecía Marta con un cuervo ahorcado de una soga colgando de su cuello, y la cabeza de una muñeca en la mano. Ninguno de los dos dijo nada, se puso a los pies de ella.
-¿Crees que Mamá y Papá estarían orgullosos de nosotros?
-Claro que si, aprendimos bien el juego con ellos.
Levantó la cabeza de Rosa por los pelos, subió el cuchillo y asestó un fuerte golpe en su cuello con el filo. Hay tradiciones que no se pierden.