Yolvi Efrain Cauro Mendes
Miembro Conocido
ENDECHAS DEL NO-ELEGIDO
1
¡Cuánto me dices callada
con tu susurro silente,
tu voz se convierte en puente
de las horas que son nada.
Tu caricia es la vedada
entre tu beso y el mío;
incrustado en el sombrío
resplandor de tu recluta…
¿Cómo escapar de la ruta
cómo librarme del frío
desafinado de la hoz?
¿Cuál es la comarca?
¿Dónde estará el lago?
¿Se esconde?
¿Tendré un mensaje de Dios?
¿Quién escuchará la voz
de su segundo regreso?
-afonía del expreso-
manantial que se adivina.
La muerte juega, se inclina
con la voz de tu embeleso.
2
¿Qué tormenta le ha ganado
el Tránsito a la costumbre?
¿Se irá hasta que se acostumbre
a todo lo desterrado?
Suena el instrumento,
un hado espeso sobre la tierra.
Suena un clarín y la guerra
de los años se resume
al desvelo que consume…
y el final que se destierra
donde la pena se humilla
y escapa del maleficio.
El fin es solo el inicio
de la luz en maravilla,
sin ídolos ni estatuilla
para adorar.
Solo anhelo
de vivir sin desconsuelo.
Salvo al turno. (En mi desvelo
un no-querubín inflama
y ofrece, sobre la llama
su total anchura al cielo).
3
La Muerte se irrita y pasa
por el establo del fuego
y se consume en el ego
aterrador de su casa.
La Muerte mira y se abraza
a la desgracia de afuera
y camina por la acera
para disolver los ojos
de numerosos cerrojos,
chillidos de tonta fiera
que camina en primavera
con su hacha de doble filo
y el Hades le sirve de hilo
atándolos a la espera
de su jornada sincera,
jornada que ya se instala
en el dobles de su escala
pero ya no se encuentra
donde la vida se adentra
y desciende el vuelo de ala
4
¿Cómo era su voz, cómo era
el resplandor de su orfebre?
¿Se podrá atenuar con fiebre…?
¿Librar a la primavera?
¿Los cuchillos de la espera?
¿El destello del vacío?
¿Por qué se alejó del río
místico de la memoria?
¿Arrebatarle la gloria
a la muerte? ¿Tendré un lío
si arrebato su silueta?
Me despierta su veleta
bajo almendros de rocío.
se marchan todos espío
su forma turbia inclemente.
Amanece tristemente
se va Se marcha.
¿Podré irme también por la fe?
¿Qué lucero ardía en su frente?
5
…se va por la calle oscura
de una esquina sin salida.
La calle ya nos convida
a desatar la cordura.
Todo lo arma y lo apura:
mitad hiedra, mitad suerte.
La dureza de lo inerte
se detiene y se desliza
y el final se escandaliza
en el rostro de la muerte!
Vida: deja solamente
que me vaya, que descanse,
que me ahogue bajo el trance
del estar independiente.
Porque ahora soy un ente
hundido bajo el imperio
de las sombras.
Nada es serio
cuando no estás a mi lado.
En tu nombre estoy varado
sin revelar el misterio.
Y la Muerte y el Hades fueron lanzados al lago fuego. Esta es la muerte segunda
(Apocalipsis. 20,15)
¡Cuánto me dices callada
con tu susurro silente,
tu voz se convierte en puente
de las horas que son nada.
Tu caricia es la vedada
entre tu beso y el mío;
incrustado en el sombrío
resplandor de tu recluta…
¿Cómo escapar de la ruta
cómo librarme del frío
desafinado de la hoz?
¿Cuál es la comarca?
¿Dónde estará el lago?
¿Se esconde?
¿Tendré un mensaje de Dios?
¿Quién escuchará la voz
de su segundo regreso?
-afonía del expreso-
manantial que se adivina.
La muerte juega, se inclina
con la voz de tu embeleso.
2
¿Qué tormenta le ha ganado
su total anchura al cielo?
Adolfo Martí Fuentes
¿Qué tormenta le ha ganado
el Tránsito a la costumbre?
¿Se irá hasta que se acostumbre
a todo lo desterrado?
Suena el instrumento,
un hado espeso sobre la tierra.
Suena un clarín y la guerra
de los años se resume
al desvelo que consume…
y el final que se destierra
donde la pena se humilla
y escapa del maleficio.
El fin es solo el inicio
de la luz en maravilla,
sin ídolos ni estatuilla
para adorar.
Solo anhelo
de vivir sin desconsuelo.
Salvo al turno. (En mi desvelo
un no-querubín inflama
y ofrece, sobre la llama
su total anchura al cielo).
3
La Muerte se irrita y pasa
por el establo del fuego
y se consume en el ego
aterrador de su casa.
La Muerte mira y se abraza
a la desgracia de afuera
y camina por la acera
para disolver los ojos
de numerosos cerrojos,
chillidos de tonta fiera
que camina en primavera
con su hacha de doble filo
y el Hades le sirve de hilo
atándolos a la espera
de su jornada sincera,
jornada que ya se instala
en el dobles de su escala
pero ya no se encuentra
donde la vida se adentra
y desciende el vuelo de ala
4
¿Cómo era su voz, cómo era?
¿Qué lucero ardía en su frente?
Emilio Ballagas
¿Cómo era su voz, cómo era
el resplandor de su orfebre?
¿Se podrá atenuar con fiebre…?
¿Librar a la primavera?
¿Los cuchillos de la espera?
¿El destello del vacío?
¿Por qué se alejó del río
místico de la memoria?
¿Arrebatarle la gloria
a la muerte? ¿Tendré un lío
si arrebato su silueta?
Me despierta su veleta
bajo almendros de rocío.
se marchan todos espío
su forma turbia inclemente.
Amanece tristemente
se va Se marcha.
¿Podré irme también por la fe?
¿Qué lucero ardía en su frente?
5
Se va por la calle oscura...
Sin revelar el misterio...
César López
de una esquina sin salida.
La calle ya nos convida
a desatar la cordura.
Todo lo arma y lo apura:
mitad hiedra, mitad suerte.
La dureza de lo inerte
se detiene y se desliza
y el final se escandaliza
en el rostro de la muerte!
Vida: deja solamente
que me vaya, que descanse,
que me ahogue bajo el trance
del estar independiente.
Porque ahora soy un ente
hundido bajo el imperio
de las sombras.
Nada es serio
cuando no estás a mi lado.
En tu nombre estoy varado
sin revelar el misterio.
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