Francisco Escobar Bravo
Miembro Conocido
Esperando en tu tierra estás, ansiosa,
aguardando tu nueva primavera.
Lo tremendo de tanta larga espera
es que acabes poniéndote nerviosa.
Entre tanto levantas esa losa
que te tiene cautiva, prisionera,
yo no puedo luchar de otra manera
que esperando sin más, mujer hermosa.
¡Si en mis manos tuviera algún remedio
para dar solución a tus apuros..!
Mas no puedo ayudarte en ese asedio,,
deberás protegerte tras tus muros.
Es mucha la distancia y grande el tedio.
Me entretengo lanzando mil conjuros.
Mil conjuros que un día un hechicero
aceptara enseñarme, de chiquillo,
cuando vio mis monedas y su brillo.
Es decir, me dio clases por dinero.
Como todo en la vida, un pordiosero
con enorme agujero en su bolsillo
nada hubiera logrado de aquel pillo.
¡Grandioso caballero es Don Dinero!
A su son toda puerta se va abriendo
aunque existan por medio cien cerrojos.
Bien lo dijo aquel cómico en Don Mendo
años antes de verse allí de hinojos.
Su cadáver fue el suelo humedeciendo
y su cuerpo yació entre los matojos.
No conoces su historia, ¡vida mía!,
tan siquiera conoces su existencia,
fue un poeta cargado de tal ciencia
que jamás morirá mientras se ría.
Y reír se reirá siempre a porfía
porque alivia y da fin a la impaciencia,
el temor que consume mi paciencia
esperando tenerte al lado un día.
Pero debo esperar, es lo mandado.
Potestad no poseo para nada.
Esperar,ya te digo, verte al lado.
Pensativo, la mente ensimismada.
Y rezar, eso sí, por tu cuidado,
porque nada suceda en tu morada.
aguardando tu nueva primavera.
Lo tremendo de tanta larga espera
es que acabes poniéndote nerviosa.
Entre tanto levantas esa losa
que te tiene cautiva, prisionera,
yo no puedo luchar de otra manera
que esperando sin más, mujer hermosa.
¡Si en mis manos tuviera algún remedio
para dar solución a tus apuros..!
Mas no puedo ayudarte en ese asedio,,
deberás protegerte tras tus muros.
Es mucha la distancia y grande el tedio.
Me entretengo lanzando mil conjuros.
Mil conjuros que un día un hechicero
aceptara enseñarme, de chiquillo,
cuando vio mis monedas y su brillo.
Es decir, me dio clases por dinero.
Como todo en la vida, un pordiosero
con enorme agujero en su bolsillo
nada hubiera logrado de aquel pillo.
¡Grandioso caballero es Don Dinero!
A su son toda puerta se va abriendo
aunque existan por medio cien cerrojos.
Bien lo dijo aquel cómico en Don Mendo
años antes de verse allí de hinojos.
Su cadáver fue el suelo humedeciendo
y su cuerpo yació entre los matojos.
No conoces su historia, ¡vida mía!,
tan siquiera conoces su existencia,
fue un poeta cargado de tal ciencia
que jamás morirá mientras se ría.
Y reír se reirá siempre a porfía
porque alivia y da fin a la impaciencia,
el temor que consume mi paciencia
esperando tenerte al lado un día.
Pero debo esperar, es lo mandado.
Potestad no poseo para nada.
Esperar,ya te digo, verte al lado.
Pensativo, la mente ensimismada.
Y rezar, eso sí, por tu cuidado,
porque nada suceda en tu morada.
Última edición:
