Cristina Guerrero S
Miembro Conocido
No termino de cumplir años,
de recibir laceraciones en mi piel arruga tras arruga
y sigo sin comprender...
Qué se propone el mundo?
Qué es lo que no acaba de entender?
Por qué se llena de violencia el camino?
Por qué han de morir inocentes en manos de fugitivos del ayer?
Se me llena el cabello de blancas canas
incalculables en su sabiduría rutinaria,
más, sigo sin comprender.
No es este el mundo del que me hablaba mi abuelo,
no esta la gente que me enseñaron a respetar,
Donde está el anciano que guía a este pueblo?
Donde está la paz?
No terminan de agrietarse mis pies endurecidos por el polvo del desierto,
Ni dejan mis manos gruesas de soportar el lazo del pozo
cuando desean bañar su cansancio con gotas de agua viva.
Más abriendo mis ojos que aun miran
y dejando que observen lo que aquellos llaman vida,
no logran asimilar en ella
la muerte como el destino final
de tantos y tantos,
que ya no cantan, que ya no gritan.
Éste no es el mundo que yo creía,
ésta no es la gente de los relatos de infante
que me robaban el sueño en la voz gruesa y cansada
de mi padre, su padre y los ancianos de mi pueblo.
No terminan de dolerme el alma y el cuerpo,
y no tengo un sitio donde descansar,
ni me siento merecedor del sueño
cuando hay tanta sangre derramada
bajo mis sandalias de cuero.
Y este sol que quema mi cabeza
ya no me permite pensar,
no se si tomar un sorbo de agua
o con ella limpiar las rocas que se tiñen de rojo
y me gritan desde el silencio,
Ten Cuidado!!!
Que el miedo rompe espinas
y carcome huesos cuando se trata de opinar.
Dónde está la vida que un día viví?
Dónde se han ido las sonrisas y la paz?
No terminan de crecer en mí
la tristeza y la incertidumbre,
más rompiendo con la rutina de este cansado caminar,
he resuelto tomar en mis brazos
los gritos callados del desierto,
y con ellos construir un sitio
a donde poder dejar las lágrimas secas
de esta cascada de lamentos.
No seré uno de ellos,
no robarán mi paz.
Si es así y la vida se termina,
pues ha de ser con la frente en alto
y un puñado de pan,
que no será mucho para mi pueblo,
pero hará la diferencia entre
no hacer nada y abrir el corazón
ante tanta injusticia mal titulada
engendrada en un pueblo
que no reconozco,
que me rompe el alma.
No seré uno de ellos,
no se robarán mi paz.
(CRISTINA GUERRERO)

de recibir laceraciones en mi piel arruga tras arruga
y sigo sin comprender...
Qué se propone el mundo?
Qué es lo que no acaba de entender?
Por qué se llena de violencia el camino?
Por qué han de morir inocentes en manos de fugitivos del ayer?
Se me llena el cabello de blancas canas
incalculables en su sabiduría rutinaria,
más, sigo sin comprender.
No es este el mundo del que me hablaba mi abuelo,
no esta la gente que me enseñaron a respetar,
Donde está el anciano que guía a este pueblo?
Donde está la paz?
No terminan de agrietarse mis pies endurecidos por el polvo del desierto,
Ni dejan mis manos gruesas de soportar el lazo del pozo
cuando desean bañar su cansancio con gotas de agua viva.
Más abriendo mis ojos que aun miran
y dejando que observen lo que aquellos llaman vida,
no logran asimilar en ella
la muerte como el destino final
de tantos y tantos,
que ya no cantan, que ya no gritan.
Éste no es el mundo que yo creía,
ésta no es la gente de los relatos de infante
que me robaban el sueño en la voz gruesa y cansada
de mi padre, su padre y los ancianos de mi pueblo.
No terminan de dolerme el alma y el cuerpo,
y no tengo un sitio donde descansar,
ni me siento merecedor del sueño
cuando hay tanta sangre derramada
bajo mis sandalias de cuero.
Y este sol que quema mi cabeza
ya no me permite pensar,
no se si tomar un sorbo de agua
o con ella limpiar las rocas que se tiñen de rojo
y me gritan desde el silencio,
Ten Cuidado!!!
Que el miedo rompe espinas
y carcome huesos cuando se trata de opinar.
Dónde está la vida que un día viví?
Dónde se han ido las sonrisas y la paz?
No terminan de crecer en mí
la tristeza y la incertidumbre,
más rompiendo con la rutina de este cansado caminar,
he resuelto tomar en mis brazos
los gritos callados del desierto,
y con ellos construir un sitio
a donde poder dejar las lágrimas secas
de esta cascada de lamentos.
No seré uno de ellos,
no robarán mi paz.
Si es así y la vida se termina,
pues ha de ser con la frente en alto
y un puñado de pan,
que no será mucho para mi pueblo,
pero hará la diferencia entre
no hacer nada y abrir el corazón
ante tanta injusticia mal titulada
engendrada en un pueblo
que no reconozco,
que me rompe el alma.
No seré uno de ellos,
no se robarán mi paz.
(CRISTINA GUERRERO)
