Guarda silencio

[Francisco Escobar Bravo]

Tú que fuiste mi amor no digas nada
en el día que sepas de mi muerte.
¿Para qué? No dejaste fuera a verte
cuando tuve ocasión. Mejor callada.


Si ya supe después que enamorada
te encontrabas de quien tuvo más suerte.
En cambiar fuiste presta, en tanto inerte
me dejabas plantado en la estacada.

No me llores jamás, ni se te ocurra,
aunque pienso que tú no tienes llanto.
Una Musa al oído me susurra

que pudiste tenerlo pero, encanto,
hace ya mucho tiempo lo agotaste
al igual que yo eché mi vida al traste.

Y tan sólo por no prestarme caso
al decir cuánto y cómo te quería.
Hoy maldigo con toda mi energía
al estúpido aquél que hizo el payaso.

Fue el culpable total de aquel fracaso,
el felón que no alcanzo todavía
a entender su intención. Pero ese día
lo que pudo decirte colmó el vaso.

No tuviste la mínima paciencia
y, al igual que un juguete rompe un niño,
sin quererme escuchar, con impaciencia,
decidiste romper aquel cariño.
Mis excusas sirvieron de muy poco.
Me dejaste, cariño, medio loco.

Pero pronto pasó mi enorme cuita
porque yo te hice caso y, sin demora,
apliqué tu consejo: - De la mora -,
me dijiste - la mancha otra la quita. -.

Pronto tuve a mi lado otra bonita
y muy buena mujer. Una señora
de cabeza a los pies y no traidora
como cuento en la historia por mí escrita.

Ella supo quitarme aquella pena,
restañarme la sangre de la herida
que causaste en el alma que, serena,

desde entonces no sufre aunque no olvida
el amor que vivimos los dos juntos,
pero puedo pensar en más asuntos.
​

 

[José Luis Blázquez]

Extraordinaria sucesión de 3 sonetos. Todos son excelentes, pero el último alcanza el nivel de insuperable.

Un abrazo.

 

[Francisco Escobar Bravo]

Muchas gracias, querido José Luis. Pero, ¿y yo que diría que es el peor por mi manía, creo que buena, con las asonancias?
Es un asunto que tenemos que tratar un día, amigo.
A ver cuándo tenemos tiempo de hacerlo.
Te quedo muy agradecido por tus elogios y por tu tiempo.
Abrazos.

 

[Alba Rivero.]

Sigo admirándote querido poeta, aunque me hayas exiliado del convento y yo siga sin saber por qué. Hermosos sonetos. Un abrazo.

 

[Francisco Escobar Bravo]

Muchísimas gracias, querida Alba, pero me dejas sorprendido. Del "convento" no se exilia a nadie que no lo merezca y, que a mí me conste, ni se te ha exiliado ni has hecho nada para merecerlo.
Se tratará de un error o se deberá a mi ausencia forzosa durante bastantes días por mis dolores del cuello. De todas formas, éste no es sitio para dilucidar este asunto. En cuanto pueda, ya mismo, lo remedio y me informo de si ha sido un error de mis colaboradores. Pero no creo que ellos... Es un tema que dejan en mis manos.
Lo veré, amiga.
Te agradezco mucho tu tiempo y tus amables elogios.
Besos.

 

[Alba Rivero.]

Bueno, al menos, me has sacado un peso de encima, no sabía si había incurrido en algún error ( que hubiera sido involuntario, por cierto)
Nada, amigo, a seguir escribiendo, cualquiera puede meter mal el dedo en un descuido.
Un abrazo y gracias por tus poemas que por siempre siguen bellos.

 

[Francisco Escobar Bravo]

Es difícil que una alumna de Agustín Sánchez cometa errores, querida Alba.
Los alumnos sí, porque ´éramos más díscolos.
Pero, efectivamente, se te había dado de baja. Sería un despiste mío, porque en eso los demás no tocan.
Mis disculpas, amiga.
Besos.