Víctor
Moderador de Poesía Jocosa
Le expresé mis palabras dulces y quedas,
a una niña de ocho años que me miraba,
y el encanto y ternura de ella brotaba
a pesar de encontrarse en silla de ruedas.
Hay destinos torcidos en sus veredas
que a la vida de muchos con penas graba,
porque dardos dolientes en ellos clava,
y eliminan infames las horas ledas.
Mientras esa pequeña me sonreía,
yo pensé en las carencias de su futuro,
porque con sus lesiones jamás podría
ser igual que otros niños sin un apuro.
Quiera Dios que su mente, con gran porfía
le dé aliento y alumbre su cielo oscuro.
a una niña de ocho años que me miraba,
y el encanto y ternura de ella brotaba
a pesar de encontrarse en silla de ruedas.
Hay destinos torcidos en sus veredas
que a la vida de muchos con penas graba,
porque dardos dolientes en ellos clava,
y eliminan infames las horas ledas.
Mientras esa pequeña me sonreía,
yo pensé en las carencias de su futuro,
porque con sus lesiones jamás podría
ser igual que otros niños sin un apuro.
Quiera Dios que su mente, con gran porfía
le dé aliento y alumbre su cielo oscuro.
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