Víctor
Moderador de Poesía Jocosa
La escritura poética
La escritura es el arte que presenta la mente,
es la obra que plasma cada idea latente
que se expone y requiere de palabras en flor,
y además con aliento y vigor expresivo
da el impulso esperado , exponiendo el motivo,
para ver concluida su loable labor.
Puede ser un poema que conjugue lo terso
con la llama votiva permanente del verso,
y también con la imagen de aromática faz
que se encuentra en la hoja de papel contenida,
con sustento del tropo que será luz y vida
que le dan al poeta ilusión y solaz.
En la clara escritura , vigorosa se alía
la quimera que surge de una gran fantasía
con el grato sonido que afinó el diapasón,
procurando con ello recrear los sentidos,
en las notas que lleven los fervientes latidos
que se eleven al aire propagando su son.
Hay figuras hermosas con sutil transparencia,
que se exponen en versos donde priva su esencia
con diversos vocablos en secuencia feliz;
y con ellos conforman el esquema dispuesto
donde va el sentimiento con fulgor manifiesto,
en la rima escogida con hermoso matiz.
Se recogen destellos de mirífica esencia,
detallando conceptos de la misma existencia
y surcando el espacio al arcano vergel,
con alforjas que llevan expresiones del alma,
con lo malo o benigno, la inquietud o la calma,
dependiendo del caso , con el signo más fiel.
Puede ser de alegría, puede ser de tristeza,
expresar los amores , la frialdad o tibieza,
o ser dulce o amargo o de nieblas o luz;
puede haber en las voces los motivos rimados
que se queden prendidos en arpegios alados,
y que escapen airosos del interno capuz.
Cada escrito comienza atendiendo a su lema
que propone la idea incluida en el tema,
y se extiende en el texto con fulgor colosal;
y de grata manera emprender dicho viaje
con el firme propósito de entregar el mensaje
en la estrofa concreta del destino final.
Escribir forma excelsa que la ciencia comprueba
y en la fuente del arte los fonemas abreva,
expresando sentires que dictó el corazón,
con acentos dispuestos cual fulgentes señales
que pusieron al verso los rapsodas cabales,
cuyos timbres resuenan en feliz sucesión.
La escritura es el arte que presenta la mente,
es la obra que plasma cada idea latente
que se expone y requiere de palabras en flor,
y además con aliento y vigor expresivo
da el impulso esperado , exponiendo el motivo,
para ver concluida su loable labor.
Puede ser un poema que conjugue lo terso
con la llama votiva permanente del verso,
y también con la imagen de aromática faz
que se encuentra en la hoja de papel contenida,
con sustento del tropo que será luz y vida
que le dan al poeta ilusión y solaz.
En la clara escritura , vigorosa se alía
la quimera que surge de una gran fantasía
con el grato sonido que afinó el diapasón,
procurando con ello recrear los sentidos,
en las notas que lleven los fervientes latidos
que se eleven al aire propagando su son.
Hay figuras hermosas con sutil transparencia,
que se exponen en versos donde priva su esencia
con diversos vocablos en secuencia feliz;
y con ellos conforman el esquema dispuesto
donde va el sentimiento con fulgor manifiesto,
en la rima escogida con hermoso matiz.
Se recogen destellos de mirífica esencia,
detallando conceptos de la misma existencia
y surcando el espacio al arcano vergel,
con alforjas que llevan expresiones del alma,
con lo malo o benigno, la inquietud o la calma,
dependiendo del caso , con el signo más fiel.
Puede ser de alegría, puede ser de tristeza,
expresar los amores , la frialdad o tibieza,
o ser dulce o amargo o de nieblas o luz;
puede haber en las voces los motivos rimados
que se queden prendidos en arpegios alados,
y que escapen airosos del interno capuz.
Cada escrito comienza atendiendo a su lema
que propone la idea incluida en el tema,
y se extiende en el texto con fulgor colosal;
y de grata manera emprender dicho viaje
con el firme propósito de entregar el mensaje
en la estrofa concreta del destino final.
Escribir forma excelsa que la ciencia comprueba
y en la fuente del arte los fonemas abreva,
expresando sentires que dictó el corazón,
con acentos dispuestos cual fulgentes señales
que pusieron al verso los rapsodas cabales,
cuyos timbres resuenan en feliz sucesión.
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