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La humanidad de un barrio y una historia de amor...

En cualquier barrio de la ciudad de Montevideo, siempre por lo general hay, una plaza, una escuela, y una iglesia, bien en el barrio de la Unión hay exactamente eso, y en la plaza en una carpa chiquita vivía una señora de unos sesenta y cinco años, ella tenía un perro chiquito llamado Paco que era su única familia. Muchas instituciones la querían llevar a distintos lugares, que ella se negaba, por no separarse de su perito, su amigo,pero por un lado se venía el invierno, en el barrio todo el mundo la ayuda con ropa y comida para ella y el perro, pero queriendo ayudarla de otra manera, se formó una comisión y se reunían en una y otra casa, para resolverlo y fue así que Don Antonio un señor mayor, que vivía solo, dijo que el donaba un pedazo de terreno del fondo de su casa, para hacerle una casa precaria, el dueño de la barraca del barrio donaba los Bloques,
un vecino que tenía un camión con otros más traerían la arena, se juntó dinero entre muchos para comprar las bolsas de portland para la mezcla,
Don Javier que tenía una empresa de construcción ponía sus herramientas y sus peones. Las mujeres del barrio hicieron rifas y con lo recaudado, se compró las chapas y el cielo raso para el techo. El mismo Don Antonio le daría una extensión de luz y agua, otros vecinos donaron los sanitarios para el baño,´La casita sólo tenía el baño la cocina precaria y el dormitorio, en un mes estuvo pronta, era un cuadrado repartido adentro, con una puerta y dos ventanas. .Algunas personas donaban, cama ropa de cama, toallas, mesa y sillas y la fueron amueblando.
Matilda ajena a todo esto, seguía bajo de su carpa con su perrito cuando todo estuvo pronto, vecinos y vecinas la fueron a buscar, le explicaron el suceso y la convencieron. Desarmaron su carpa y embolsaron sus pocas pertenencias.Cuando Matilda entró a su casita se le llenaron de lágrimas sus hermosos ojos celestes, y muchos pegaron alguna que otra lágrima.
Ese día hubo asado para todos, Matilda reía y lloraba, al otro día se puso alimpiar el terreno y fue plantando flores y haciendo canteros.
Ella lavaba la ropa de ella y de don Antonio, mientras el cocinaba y comían juntos, fue naciendo una amistad que con el tiempo fue amor y se casaron, Matilda se instaló en la casa grande y alquilaron la casita para ayudar a sus menguadas jubilaciones.En cualquier barrio puede estar, la solidaridad de los vecinos y el amor que unió a dos almas solitarias.

!! colorín colorado, este cuento ha terminado¡¡




 
Última edición:

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
En cualquier barrio de la ciudad de Montevideo, siempre por lo general hay, una plaza, una escuela, y una iglesia, bien en el barrio de la Unión hay exactamente eso, y en la plaza en una carpa chiquita vivía una señora de unos sesenta y cinco años, ella tenía un perro chiquito llamado Paco que era su única familia. Muchas instituciones la querían llevar a distintos lugares, que ella se negaba, por no separarse de su perito, su amigo,pero por un lado se venía el invierno, en el barrio todo el mundo la ayuda con ropa y comida para ella y el perro, pero queriendo ayudarla de otra manera, se formó una comisión y se reunían en una y otra casa, para resolverlo y fue así que Don Antonio un señor mayor, que vivía solo, dijo que el donaba un pedazo de terreno del fondo de su casa, para hacerle una casa precaria, el dueño de la barraca del barrio donaba los Bloques,
un vecino que tenía un camión con otros más traerían la arena, se juntó dinero entre muchos para comprar las bolsas de portland para la mezcla,
Don Javier que tenía una empresa de construcción ponía sus herramientas y sus peones. Las mujeres del barrio hicieron rifas y con lo recaudado, se compró las chapas y el cielo raso para el techo. El mismo Don Antonio le daría una extensión de luz y agua, otros vecinos donaron los sanitarios para el baño,´La casita sólo tenía el baño la cocina precaria y el dormitorio, en un mes estuvo pronta, era un cuadrado repartido adentro, con una puerta y dos ventanas. .Algunas personas donaban, cama ropa de cama, toallas, mesa y sillas y la fueron amueblando.
Matilda ajena a todo esto, seguía bajo de su carpa con su perrito cuando todo estuvo pronto, vecinos y vecinas la fueron a buscar, le explicaron el suceso y la convencieron. Desarmaron su carpa y embolsaron sus pocas pertenencias.Cuando Matilda entró a su casita se le llenaron de lágrimas sus hermosos ojos celestes, y muchos pegaron alguna que otra lágrima.
Ese día hubo asado para todos, Matilda reía y lloraba, al otro día se puso alimpiar el terreno y fue plantando flores y haciendo canteros.
Ella lavaba la ropa de ella y de don Antonio, mientras el cocinaba y comían juntos, fue naciendo una amistad que con el tiempo fue amor y se casaron, Matilda se instaló en la casa grande y alquilaron la casita para ayudar a sus menguadas jubilaciones.En cualquier barrio puede estar, la solidaridad de los vecinos y el amor que unió a dos almas solitarias.

!! colorín colorado, este cuento ha terminado¡¡





Un cuento muy bonito de gran solidaridad y de un naciente amor,precioso relato un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 

MARIPOSA NEGRA

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hermosa historia Blanquita, que no solo nos muestra la generosidad de que somos capaces de mostrar ante la carencia ajena sino que también nos enseña que no hay edad límite para el amor y que la soledad no tiene porque ser un destino para nadie, un placer leerte, besos preciosa
 
Qué linda historia, tierna, dulce y como dices muy real, porque la soledad nos convoca a todos y el amor jamás tendrá edad. Felicitaciones Blanca por este hermosisimo y exquisito texto, reputación y saludos amiga poeta
 

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