Francisco Escobar Bravo
Miembro Conocido
        Aquel pedazo de carne
  
en un ataúd echado
  me dijeron varias veces
  que era el cuerpo de mi hermano.
  - ¡Que no, que no me lo creo! -,
  
grité fuerte, envuelto en llanto.
  
Que aunque los hombres no lloran,
  ¡vaya si lloran y en ato!
  Sin pudor, muy poco tuve,
  con un sabor bien amargo,
  las lágrimas me corrían
  de los ojos a mis labios.
  
Probé su gusto salino
  y me di de cabezazos
  contra el cristal de la cámara,
  por si lograba hacer algo
  por revivirle de nuevo
  y a Dios le pedí un milagro.
  Pero o grité poco fuerte,
  o mi tono fue muy bajo
  pues no le volví a la vida
  como Cristo hizo con Lázaro.
  Misterio es el de la muerte
  olvidado por los sabios,
  ya mueres cuando se nace
  aunque vaya para largo.
  ¡Y mira que me lo dijo:
  
- ¡No escribas un epitafio! -.
  Mas claro que lo escribí,
  en eso no le hice caso.
  Hoy su cuerpo son cenizas,
  no considero un agravio
  que se queme a nuestros muertos,
  mucho mejor que enterrarlos.
  ¿Y con quién hablo yo ahora?
  - ¿Viste ayer qué partidazo?
¡Ojalá y gane tu Atleti!
¡Di que sí, que son muy machos! -.
  ¡Ojalá y gane tu Atleti!
¡Di que sí, que son muy machos! -.
Y hasta aquí llegó el romance,  
  
pero como son cristianos
  les pido para unas Misas...
  Mis versos regalo a cambio.    
 
				 
 
		 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
 
		 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
 
		 
                                 
                                