Dorca Abarca
Miembro Activo
Camino por la vereda del mar,
y miro una sirena replegada sobre su diestra espiral.
Esa sirena,
posa arriba de una roca,
y me habla con su unánime boca.
La contemplo,
de su aleta hasta su amarillo cabello,
y se me queda mirando,
hasta que no se mete el Sol por su sendero.
Se queda callada
y transfigurada por mi presencia.
Está acostada,
muy sonriente con su lúcida
silueta.
La sirena del mar se destapa su cuerpo,
sus escamas se abren,
y se perfila nadando en las profundas aguas,
que mis ojos se desvanecen,
porque sólo me dejó su sombra y su mirada tan callada.
y miro una sirena replegada sobre su diestra espiral.
Esa sirena,
posa arriba de una roca,
y me habla con su unánime boca.
La contemplo,
de su aleta hasta su amarillo cabello,
y se me queda mirando,
hasta que no se mete el Sol por su sendero.
Se queda callada
y transfigurada por mi presencia.
Está acostada,
muy sonriente con su lúcida
silueta.
La sirena del mar se destapa su cuerpo,
sus escamas se abren,
y se perfila nadando en las profundas aguas,
que mis ojos se desvanecen,
porque sólo me dejó su sombra y su mirada tan callada.