Blanca Hernandez
Miembro Conocido
Era a mitad de diciembre, cuando don Julio, quién vendía flores y árboles en la feria lo trajo, un pino hermoso de un metro y medio de altura, el cuál yo quería adornar para navidad.
Lo llamé Videño porqué sería mi árbol navideño.
Cada vez que lo regaba, parecía que cantaba, a pesar de su corta edad, era fuerte con muchas ramas, lo pondremos acá, le dije al jardinero así lo miraré desde mi ventana.
Había escrito un libro, tenía una hija y plantado un árbol, ya podía morir, ya que me tenía que operar, pero Dios y la virgen resolvieron dejarme un tiempo más. Entonces quise darle una alegría a Videño y planté una Dama de la Noche, con sus flores blanca y muy perfumadas, pero como yo no tenía lugar ya en mi jardín , la planté en el fondo, en el jardín de mi hija. Videño seguía creciendo, parecía que se estiraba para ver a su dama.
Cuando Julio la llevaba para el fondo y paso a lado de él, me pareció que se estremecía sacudiendo sus ramas. A la dama de la noche, la llamé Perfumada por el perfume que expande, cuando de noche abre sus racimos de flores.
Pero por más que se estirara, el pino no la podía ver, cuando Perfumada dejaba caer sus pétalos blancos, entonces un día se me ocurrió hacer de celestina, del amor haciendo un puente entre los dos, corté racimos de florcitas blancas y se las colgué a Navideño en su copa y a Perfumada le colgué ramas verdes del pino de su enamorado
No se imaginan la sorpresa de los peatones, que pasaban por mi casa y veían a un pino con flores blancas en su copa y a una Dama de la noche, cubierta de gajos verdes del pino entre sus hojas y yo totalmente feliz de contemplar ese amor.
Lo llamé Videño porqué sería mi árbol navideño.
Cada vez que lo regaba, parecía que cantaba, a pesar de su corta edad, era fuerte con muchas ramas, lo pondremos acá, le dije al jardinero así lo miraré desde mi ventana.
Había escrito un libro, tenía una hija y plantado un árbol, ya podía morir, ya que me tenía que operar, pero Dios y la virgen resolvieron dejarme un tiempo más. Entonces quise darle una alegría a Videño y planté una Dama de la Noche, con sus flores blanca y muy perfumadas, pero como yo no tenía lugar ya en mi jardín , la planté en el fondo, en el jardín de mi hija. Videño seguía creciendo, parecía que se estiraba para ver a su dama.
Cuando Julio la llevaba para el fondo y paso a lado de él, me pareció que se estremecía sacudiendo sus ramas. A la dama de la noche, la llamé Perfumada por el perfume que expande, cuando de noche abre sus racimos de flores.
Pero por más que se estirara, el pino no la podía ver, cuando Perfumada dejaba caer sus pétalos blancos, entonces un día se me ocurrió hacer de celestina, del amor haciendo un puente entre los dos, corté racimos de florcitas blancas y se las colgué a Navideño en su copa y a Perfumada le colgué ramas verdes del pino de su enamorado
No se imaginan la sorpresa de los peatones, que pasaban por mi casa y veían a un pino con flores blancas en su copa y a una Dama de la noche, cubierta de gajos verdes del pino entre sus hojas y yo totalmente feliz de contemplar ese amor.
Última edición: