Yaneth Hernández
Miembro Conocido
Tu boca, rima con los versos de la noche,
en una sinfonía, de perfumes orientales.
Se inmortaliza, tu belleza, sobre un broche
de zafiros, suscitando un himno imperial,
entre las franjas de las nubes y la reverencia
de la luna, en nobleza innata que te empapa,
de soberbia luminosa.
Mi sangre, corre más despacio,
cuando reina una espesa grisalla
en los estofes de tu aura, y consigo
fletar mares de galeones,
para llevarte lejos del mundanal.
Las aves, como acuarelistas
pincelan el cielo, combinado con tu mirar
y allá, en el gélido sonido del tiempo,
destilan los ardores de tu cuerpo,
ahora, en una feroz caricia,
que estremecen las vértebras de mis sentidos.
Derechos reservados.
en una sinfonía, de perfumes orientales.
Se inmortaliza, tu belleza, sobre un broche
de zafiros, suscitando un himno imperial,
entre las franjas de las nubes y la reverencia
de la luna, en nobleza innata que te empapa,
de soberbia luminosa.
Mi sangre, corre más despacio,
cuando reina una espesa grisalla
en los estofes de tu aura, y consigo
fletar mares de galeones,
para llevarte lejos del mundanal.
Las aves, como acuarelistas
pincelan el cielo, combinado con tu mirar
y allá, en el gélido sonido del tiempo,
destilan los ardores de tu cuerpo,
ahora, en una feroz caricia,
que estremecen las vértebras de mis sentidos.
Derechos reservados.
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