Francisco Escobar Bravo
Miembro Conocido
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
¡Vaya por Dios mi vecina,
pero qué oreja tan fina!
O la pared es cortina.
Pero el caso es que me siente.
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
Digo yo que será frío
lo que nota, aunque en estío...
Más bien que le falta un tío,
lo cual debe ser frecuente.
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
Pues que lo busque, ¡pardiez!,
y se deje de una vez
de la estúpida sandez
de golpear. ¡Que reviente!
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
Supongo que habrá manera
de dormirla. ¡Es que es la pera!
Unos tapones de cera
pueden ser lo conveniente.
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
Una tacita de tila,
para que duerma tranquila,
dicen que mucho se estila
para dormir bien la gente.
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
¿Será mejor valeriana?
Lo consultaré mañana
y, a través de la ventana,
puede ser que se lo cuente.
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
Aunque tienen los poetas
unas palabras concretas:
- ¡Déjate ya de puñetas! -,
como me pegue un repente.
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
no tiene quién la caliente.
¡Vaya por Dios mi vecina,
pero qué oreja tan fina!
O la pared es cortina.
Pero el caso es que me siente.
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
Digo yo que será frío
lo que nota, aunque en estío...
Más bien que le falta un tío,
lo cual debe ser frecuente.
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
Pues que lo busque, ¡pardiez!,
y se deje de una vez
de la estúpida sandez
de golpear. ¡Que reviente!
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
Supongo que habrá manera
de dormirla. ¡Es que es la pera!
Unos tapones de cera
pueden ser lo conveniente.
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
Una tacita de tila,
para que duerma tranquila,
dicen que mucho se estila
para dormir bien la gente.
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
¿Será mejor valeriana?
Lo consultaré mañana
y, a través de la ventana,
puede ser que se lo cuente.
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.
Aunque tienen los poetas
unas palabras concretas:
- ¡Déjate ya de puñetas! -,
como me pegue un repente.
Mi vecinita de enfrente
no tiene quién la caliente.