Partí cuando moría la jornada,
con la carga del tiempo en la mirada,
buscando en los umbrales del ayer
al niño que soñaba con crecer.
Anduve sin palabra, paso lento,
bajo el susurro antiguo del viento;
pregunté a los árboles su historia,
y solo me ofrecieron su memoria.
Las piedras, con su voz de siglos mudos,
guardaban sus secretos, hondos, rudos.
Al cielo alcé mi súplica callada,
mas respondió con luz deshilachada.
Quise hablarme, quizás reconocerme,
mas solo el eco vino a responderme.
Me senté junto al pecho, a la deriva,
y lloré con dolor mi niñez, aún viva.
Salí cuando moría la jornada,
mi infancia quise hallar, tan anhelada…
pero en lugar del sol, del sueño de antaño
hallé tan solo el mar, inmenso y extraño.
con la carga del tiempo en la mirada,
buscando en los umbrales del ayer
al niño que soñaba con crecer.
Anduve sin palabra, paso lento,
bajo el susurro antiguo del viento;
pregunté a los árboles su historia,
y solo me ofrecieron su memoria.
Las piedras, con su voz de siglos mudos,
guardaban sus secretos, hondos, rudos.
Al cielo alcé mi súplica callada,
mas respondió con luz deshilachada.
Quise hablarme, quizás reconocerme,
mas solo el eco vino a responderme.
Me senté junto al pecho, a la deriva,
y lloré con dolor mi niñez, aún viva.
Salí cuando moría la jornada,
mi infancia quise hallar, tan anhelada…
pero en lugar del sol, del sueño de antaño
hallé tan solo el mar, inmenso y extraño.