Empiezan a vivir
donde existen los arados,
aprenden a sufrir los dictados
de maestros malvados.
Más humillado imposible,
más desolado su fin.
Ni masculinamente serio,
lo femenino mancillado.
Manitas esclavas,
cosiendo ropa de marca,
balones y botas de cuero.
¡Caprichos de otros!
Manitas desolladas y dolorídas.
Otros son cegados
para que ciegos den pena,
y con su dolor callado
recauden mucha limosna,
para criminales avaros.
Que pena de los ciegos,
que con sus ojos miran
pero nada ven con el alma,
nada de lo que está pasando.
donde existen los arados,
aprenden a sufrir los dictados
de maestros malvados.
Más humillado imposible,
más desolado su fin.
Ni masculinamente serio,
lo femenino mancillado.
Manitas esclavas,
cosiendo ropa de marca,
balones y botas de cuero.
¡Caprichos de otros!
Manitas desolladas y dolorídas.
Otros son cegados
para que ciegos den pena,
y con su dolor callado
recauden mucha limosna,
para criminales avaros.
Que pena de los ciegos,
que con sus ojos miran
pero nada ven con el alma,
nada de lo que está pasando.
Última edición:
