kin
Miembro Conocido
POEMA DEL DESENCANTO.
A cada instante, siempre en cada instante,
con los brazos tendidos al vacío,
recordé nuestro sueño ya distante,
cuando tú eras riachuelo y yo era río.
Ya no existe un rincón en mi memoria
que no te pertenezca, un pensamiento
que no vaya ligado a nuestra historia,
voluptuosa embriaguez de un momento.
Tenías la alegría del verano,
la belleza y la gracia de una rosa,
y te veía al agarrar tu mano,
como más niña, como más ansiosa.
Después llego el invierno gris, sombrío,
y estas manos me hablaban de tu ausencia,
y vi la llama convertida en frío,
y al olvido supliendo tu presencia.
Y tú, qué tantos versos me inspiraste,
tú que eras en mi vida, poesía
que en un beso, mi vida te llevaste
no te importó que mucho te quería
Copos de nieve adornan mi cabeza,
y tú tenías que enseñarle a amar,
revistiendo la vida de tristeza,
a un hombre viejo que olvidó soñar.
KIN MEJÍA OSPINA
A cada instante, siempre en cada instante,
con los brazos tendidos al vacío,
recordé nuestro sueño ya distante,
cuando tú eras riachuelo y yo era río.
Ya no existe un rincón en mi memoria
que no te pertenezca, un pensamiento
que no vaya ligado a nuestra historia,
voluptuosa embriaguez de un momento.
Tenías la alegría del verano,
la belleza y la gracia de una rosa,
y te veía al agarrar tu mano,
como más niña, como más ansiosa.
Después llego el invierno gris, sombrío,
y estas manos me hablaban de tu ausencia,
y vi la llama convertida en frío,
y al olvido supliendo tu presencia.
Y tú, qué tantos versos me inspiraste,
tú que eras en mi vida, poesía
que en un beso, mi vida te llevaste
no te importó que mucho te quería
Copos de nieve adornan mi cabeza,
y tú tenías que enseñarle a amar,
revistiendo la vida de tristeza,
a un hombre viejo que olvidó soñar.
KIN MEJÍA OSPINA