QUINSONNAS
Miembro Conocido

Nerviosa y censurando mis acciones
me remuerde la voz de la conciencia
y culpable de turbias decisiones
me pide a gritos una penitencia.
Inquieto me debato frente a hechos
que implacables mis jueces son ahora,
errores que, yo mismo, hice maltrechos
e intereses reclaman por demora.
Igual que alfilerazos, sus punzadas,
me causan unas llagas intranquilas,
irritantes y agudas estocadas
de insufribles y amargas retahílas.
Su carga, a duras penas, la soporto
y me apabulla con miserias duras
rememorando el drama que transporto
de episodios de imágenes oscuras.
Me corroen lo mismo que me agrietan
y abrasan a mi paz y me hacen daño
enfrente de un fragor en el que espetan
que mi sosiego, sólo, es un engaño.
Carcomen la pureza de mi trigo
y en mi cosecha afloran con espinas,
una siembra que, adrede, es un castigo
de recuerdos de guerras sibilinas.
Sus lances, mis penurias, han causado
al mover los cimientos de mi calma,
guerrillas milicianas de un pasado
que sus cuitas me posan en el alma.
Su óxido viciado es insalubre
e inmorales certezas me reflota,
verdades que, ante mí, las redescubre
esta angustia que el cuerpo me agarrota.
Reprueba las barbaries de mis actos
por medio de sus hondos escarmientos,
justicieros, rotundos y compactos,
que se llaman y son remordimientos.