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Rosa de afrodisíaca belleza

Rosa de afrodisíaca belleza,
en tus pétalos, el viento teje mantos de cristales,
renaciendo en su numen ancestral, una sinfonía de Hendel
que abraza la raíz quimérica, de tus antepasados.
Y la lluvia, en danza derviche, roza
su aroma en un canto etrusco,
desencadenando, un orfeón de olores,
con sus lágrimas celestiales.
La rosa, corteja los tiempos, en los escudos reales,
se hace idílica, en los versos de Juan Ramón Jiménez
y aviva los huesos, de Alfonsina
en un mar de soledades.
Abandera la cripta de los descamisados,
Eva Perón, en los anaqueles de una Argentina,
de sublimes luchas y neuralgias populares.
El Cid, en la copa de los andantes hidalgos,
entroniza un cantar de cítara, y amargo néctar;
fluye el romance de las lenguas muertas,
la cofradía, de los reyes compra conciencia,
con tres ducados de pleitesía.
La rosa, cuelga de los relieves antiguos,
de los mausoleos, heredados del totalitarismo.
Se preguntan los huérfanos de las revoluciones:
¿cuántas marchas se organizarán para cambiar
el rumbo de un pueblo?
En Playa Girón, nacieron pocos héroes
y murieron, los panfletos pendejos.
Cuatro noches, bastarían para caminar,
por cuerpos desnudos,
ebrios de aquellos años, independentistas
donde el grito, y la lanza pudieron parir próceres,
en su propia tierra.
Aunque la rosa incline su corola al Norte,
su tinte, emerge de la andorga de los dioses
y continúa siendo un símbolo, de la hermosura,
que no solo corteja féretros.
Manuel Scorza, inmortaliza la rosa,
en su edén literario y Eduardo Carranza,
la coge envuelta en lírico soneto,
bajo una borrasca, de rimas y métrica.
La rosa, silenciosa fluye, en su código floral;
en sus espinas germinan, medievales leyendas,
caballeros envueltos en su místico terciopelo,
en su saga fascinante, plasmada en ilustres plumas
desde el Barroco, hasta el Romanticismo,
atizando su semblanza más emblemática.
Una rosa esculpe la senda a la Kaaba,
al monte Sinaí,
al costado de los templos budistas,
a orillas de los esenios,
en la franja de los palestinos,
en los muros de Jerusalén
y en los cementerios de la humanidad.

Derechos reservados.
 

Cisne

Moderadora del Foro Impresionismo y Expresionismo,
Rosa de afrodisíaca belleza,
en tus pétalos, el viento teje mantos de cristales,
renaciendo en su numen ancestral, una sinfonía de Hendel
que abraza la raíz quimérica, de tus antepasados.
Y la lluvia, en danza derviche, roza
su aroma en un canto etrusco,
desencadenando, un orfeón de olores,
con sus lágrimas celestiales.
La rosa, corteja los tiempos, en los escudos reales,
se hace idílica, en los versos de Juan Ramón Jiménez
y aviva los huesos, de Alfonsina
en un mar de soledades.
Abandera la cripta de los descamisados,
Eva Perón, en los anaqueles de una Argentina,
de sublimes luchas y neuralgias populares.
El Cid, en la copa de los andantes hidalgos,
entroniza un cantar de cítara, y amargo néctar;
fluye el romance de las lenguas muertas,
la cofradía, de los reyes compra conciencia,
con tres ducados de pleitesía.
La rosa, cuelga de los relieves antiguos,
de los mausoleos, heredados del totalitarismo.
Se preguntan los huérfanos de las revoluciones:
¿cuántas marchas se organizarán para cambiar
el rumbo de un pueblo?
En Playa Girón, nacieron pocos héroes
y murieron, los panfletos pendejos.
Cuatro noches, bastarían para caminar,
por cuerpos desnudos,
ebrios de aquellos años, independentistas
donde el grito, y la lanza pudieron parir próceres,
en su propia tierra.
Aunque la rosa incline su corola al Norte,
su tinte, emerge de la andorga de los dioses
y continúa siendo un símbolo, de la hermosura,
que no solo corteja féretros.
Manuel Scorza, inmortaliza la rosa,
en su edén literario y Eduardo Carranza,
la coge envuelta en lírico soneto,
bajo una borrasca, de rimas y métrica.
La rosa, silenciosa fluye, en su código floral;
en sus espinas germinan, medievales leyendas,
caballeros envueltos en su místico terciopelo,
en su saga fascinante, plasmada en ilustres plumas
desde el Barroco, hasta el Romanticismo,
atizando su semblanza más emblemática.
Una rosa esculpe la senda a la Kaaba,
al monte Sinaí,
al costado de los templos budistas,
a orillas de los esenios,
en la franja de los palestinos,
en los muros de Jerusalén
y en los cementerios de la humanidad.

Derechos reservados.

Esa rosa tiene raíces ancestrales, permanece y permanecerá en la historia del mundo.
Bellas letras Yaneth
Felicitaciones y un abrazo con cariño
Ana
 
Impresionantes letras donde desde el principio de los tiempos existe la rosa que vive en los corazones de la humanidad, exquisitamente escritos. Felicitaciones Yaneth por este maravilloso poema, reputación y saludos amiga poeta
 

MARIPOSA NEGRA

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excelentes versos Yaneth, pasar por tus letras es toda una experiencia, es un viaje entre la nostalgia y lo intangible, un enorme placer leerte, besos
 

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