María del Mar Ponce López
Moderadora de Prosas Compartiendo Tristezas
![]() |
VEINTE PALMOS DE TIERRA

Existir y vivir, bellas palabras,
vida propia o impropia, vida simple,
un corazón que late
un sueño se debate,
y sin saber por qué el alma existe.
Y llegamos al mundo una mañana
impregnados de llanto e ignorancia,
la dicha que se anhela,
la vida nos agrega
a su mundo de cielos, de gracia y de desgracia.
Y crecemos y el sol nos arrebata
poco a poco el juego del pasado,
y un día nos levantamos,
nos sentimos cansados
y, vivimos sabiendo, más sin saber andamos.
Tomamos un camino que siempre tiene rosas
y descalzos sentimos espinas que nos hieren,
pues todo no es de oro,
pues nada es un tesoro
y al final somos sabios andando entre la nieve.
El existir es frío cuando somos ancianos
y lo hemos dado todo solo por un te quiero,
la vida ha sido dura,
nos falta la ternura
y sentimos cercana nuestra llegada al cielo.
Existir y luchar, caminar y vivir
cual seres ignorantes, creyendo ser eternos,
pero todo se ha ido
en un solo suspiro,
y nos quedamos fríos cuando llega el invierno.
Nos llevamos el cuerpo, mas todo lo dejamos,
vivimos un engaño y pensamos ser Dios,
pero no somos nada,
no tenemos mañana
solo somos materia en manos del dolor.
Y el corazón se queda parado para siempre
porque todo se acaba igual que una canción,
y termina el camino,
todo lo hemos vivido
y solo nos llevamos lo que el tiempo nos dió.
Amor que hemos sembrado o que hemos regalado,
recuerdo que se escribe en almas conocidas,
y miran nuestro lecho,
nuestro cuerpo deshechom
y quedará la huella caduca de la vida.
Porque no nos iremos siempre que nos recuerden,
porque siempre estaremos si dicen nuestro nombre,
verdades que se quedan,
recuerdos que nos llenan,
existir y ser vida es el lujo del hombre.
La imagen de un recuerdo instalado en la hiedra,
y como posesión veinte palmos de tierra.

María del Mar Ponce López
derechos reservados
safecreative.org/work/1003045685811