Francisco Escobar Bravo
Miembro Conocido
- Ver monumentos quisiera. -,
a su esposo le decía
la pérfida. A mí venía
y el otro tonto en la higuera.
Aunque a saber si no fuera
otra oculta su intención.
Me entristezco, y con razón,
pues si el monumento hoy viese
es posible que creyese
estar ante el Partenón.
¡Cómo el tiempo se ha pasado!
¡Cómo a su paso ha vencido!
Lo que soy, ¡con lo que he sido!,
y hoy tengo todo asolado.
Enorme fue mi pecado,
pero no menor el suyo
ni el de aquel bobo capullo
que daba consentimiento,
aunque exista un argumento
que no sé por qué me intuyo.
¿Y si a la mujer mandaba
en busca de un hijo mío?
Al decirlo no me río,
pues puede ser la caraba.
También pienso que esperaba
verla marchar y, al instante,
solazarse con su amante.
¡Vete a saber la verdad..!
Aunque, pensando, a mi edad,
ya no hay nada que me espante.
Quizás viva en La Montaña
un chico a mí parecido.
Cosas más raras ha habido,
por eso nada me extraña.
Santander, ciudad de España,
igual un hijo me ocultas,
quienes tienen madres cultas
han de andarse con gran tiento,
si escuchan un llamamiento
no se enfaden de resultas.
¿Qué culpa tendrá el muchacho
si ella fue tan libertina?
Mas mi mente no adivina
la razón del mamarracho.
O no era el marido macho
o no acierto a comprender
el porqué de esa mujer
ni del esposo cornudo.
Hay cosas, muy a menudo,
que no las logro entender.
a su esposo le decía
la pérfida. A mí venía
y el otro tonto en la higuera.
Aunque a saber si no fuera
otra oculta su intención.
Me entristezco, y con razón,
pues si el monumento hoy viese
es posible que creyese
estar ante el Partenón.
¡Cómo el tiempo se ha pasado!
¡Cómo a su paso ha vencido!
Lo que soy, ¡con lo que he sido!,
y hoy tengo todo asolado.
Enorme fue mi pecado,
pero no menor el suyo
ni el de aquel bobo capullo
que daba consentimiento,
aunque exista un argumento
que no sé por qué me intuyo.
¿Y si a la mujer mandaba
en busca de un hijo mío?
Al decirlo no me río,
pues puede ser la caraba.
También pienso que esperaba
verla marchar y, al instante,
solazarse con su amante.
¡Vete a saber la verdad..!
Aunque, pensando, a mi edad,
ya no hay nada que me espante.
Quizás viva en La Montaña
un chico a mí parecido.
Cosas más raras ha habido,
por eso nada me extraña.
Santander, ciudad de España,
igual un hijo me ocultas,
quienes tienen madres cultas
han de andarse con gran tiento,
si escuchan un llamamiento
no se enfaden de resultas.
¿Qué culpa tendrá el muchacho
si ella fue tan libertina?
Mas mi mente no adivina
la razón del mamarracho.
O no era el marido macho
o no acierto a comprender
el porqué de esa mujer
ni del esposo cornudo.
Hay cosas, muy a menudo,
que no las logro entender.
