Ella era perfecta, única en mi vida,
razón y motivo de toda alegría,
era toda espléndida, toda fantasía,
discreta, sensual, dulce y consentida.
Era su palabra música del cielo,
suave, picaresca, viva, juguetona,
esa que consiente, censura o perdona,
pero habla de frente, libre de recelo...