Carlos Ariel Albornoz
Miembro Conocido
Al gran Hernández ¡salud!
por heredarnos a Fierro
quien tañe como cencerro
cantando nuestra virtud.
Don José a la multitud
le enseñó sobre el fortín,
es que en el gaucho Martín
encarnó nuestras delicias
y también las injusticias
de la pampa y su confín.
Es el mismo personaje
modelo de tradición,
preludio de mi Nación
y defensor del gauchaje.
Se revistió de coraje
en la vida más adversa:
con su familia dispersa
por culpa de la desgracia,
mostró que el alma se sacia
estando en el canto inmersa.
Leyendo tal obra cumbre
aprendo a volverme fuerte
¡en la taba es culo o suerte!
según la gaucha costumbre.
Yo pido que el sol me alumbre
colmando de luz mi pluma,
que la tinta se consuma
derramada en el papel
como testimonio fiel
de cuanto al paisano abruma.
Nadie me quitó la prenda,
nadie me escupió el asado,
pero me siento cansado
de seguir la misma senda.
Cabalgando a media rienda
montado en el pesimismo,
como si siempre un abismo
se abriese bajo los pies,
mirarlo todo al revés:
disconforme argentinismo.
Pretendo empuñar el alma
desentrañando espesura,
amalgamar la ternura
¡con mi fortaleza empalma!
Y así conseguir la calma
adentro del corazón,
hallando mejor razón
en abrazar la alegría,
sabiendo que a cada día
le basta con su aflicción.
Carlos Ariel Albornoz
Oliva, Córdoba, Argentina.
por heredarnos a Fierro
quien tañe como cencerro
cantando nuestra virtud.
Don José a la multitud
le enseñó sobre el fortín,
es que en el gaucho Martín
encarnó nuestras delicias
y también las injusticias
de la pampa y su confín.
Es el mismo personaje
modelo de tradición,
preludio de mi Nación
y defensor del gauchaje.
Se revistió de coraje
en la vida más adversa:
con su familia dispersa
por culpa de la desgracia,
mostró que el alma se sacia
estando en el canto inmersa.
Leyendo tal obra cumbre
aprendo a volverme fuerte
¡en la taba es culo o suerte!
según la gaucha costumbre.
Yo pido que el sol me alumbre
colmando de luz mi pluma,
que la tinta se consuma
derramada en el papel
como testimonio fiel
de cuanto al paisano abruma.
Nadie me quitó la prenda,
nadie me escupió el asado,
pero me siento cansado
de seguir la misma senda.
Cabalgando a media rienda
montado en el pesimismo,
como si siempre un abismo
se abriese bajo los pies,
mirarlo todo al revés:
disconforme argentinismo.
Pretendo empuñar el alma
desentrañando espesura,
amalgamar la ternura
¡con mi fortaleza empalma!
Y así conseguir la calma
adentro del corazón,
hallando mejor razón
en abrazar la alegría,
sabiendo que a cada día
le basta con su aflicción.
Carlos Ariel Albornoz
Oliva, Córdoba, Argentina.
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