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... a la alborada.

Pasó el poblado,
con ropa hollada
el cuerpo ajado
y umbría cara.
Iba apurado,
-no dijo nada-
siguió de largo,
llevaba pala
con mucho barro
y una medalla
entre las manos.

A su morada
llegó sudando
mucho brillaban
sus ojos pardos,
sacó la aldaba
del travesaño
entró a la casa
con mudos pasos.
Con la tinaja
lavó sus brazos
limpió su cara
siempre callado…
solo pensaba
ensimismado.

Eran las cuatro
cuando la mama
paso por paso
llegó turbada
-cuerpo encorvado-
hasta la sala,
lo vio sentado
sobre la hamaca
mirando vago
hacia la nada…

Esa ojeada
a su muchacho
fue seña clara
cual golpe bajo.
Sopló en sus canas
un viento helado,
una punzada
en su costado,
y su palabra
fue de quebranto.
Rezó apenada
con agrio llanto
arrodillada
ante su santo.

Angustia daba
el triste cuadro,
la pobre dama
con gesto manso
con toda el alma
cual negro lago;
y él, la miraba
gesto lacrado…

Buscó su arma
apresurado
besó a la mama
le dio un abrazo;
y sin palabra
se fue al establo.

Tras la ramada
maullaba un gato,
la luna clara
cubría el campo…

Con ansia brava
montó el caballo
pasó la entrada
viró al costado
y su mirada
clavó en el llano.

Una patada
al alazano
y en cabalgada
-los pies descalzos-
veloz volaba
sobre los campos,
furia encumbrada
y paso osado.

Llegado al caño
-antes del alba-
con ritmo bravo
buscó montaña,
iba embotado
y galopaba
el ojo aguado
la piel templada
la rienda abajo
alerta el alma.


Sintió el disparo
en plena espalda
y bajo el brazo
otra andanada.
Pese a su daño
plantó batalla
porque su hermano
lo ameritaba
y todo el llanto
de aquella mama.
Bajó del jaco,
arma montada
rostro templado
mirada clara
sangre en las manos
y en la casaca.
Otro disparo
en plena cara
segó sus años
sobre la grama.


En un sembrado
tras la quebrada
cantaba un gallo
a la alborada…

 
Pasó el poblado,
con ropa hollada
el cuerpo ajado
y umbría cara.
Iba apurado,
-no dijo nada-
siguió de largo,
llevaba pala
con mucho barro
y una medalla
entre las manos.

A su morada
llegó sudando
mucho brillaban
sus ojos pardos,
sacó la aldaba
del travesaño
entró a la casa
con mudos pasos.
Con la tinaja
lavó sus brazos
limpió su cara
siempre callado…
solo pensaba
ensimismado.

Eran las cuatro
cuando la mama
paso por paso
llegó turbada
-cuerpo encorvado-
hasta la sala,
lo vio sentado
sobre la hamaca
mirando vago
hacia la nada…

Esa ojeada
a su muchacho
fue seña clara
cual golpe bajo.
Sopló en sus canas
un viento helado,
una punzada
en su costado,
y su palabra
fue de quebranto.
Rezó apenada
con agrio llanto
arrodillada
ante su santo.

Angustia daba
el triste cuadro,
la pobre dama
con gesto manso
con toda el alma
cual negro lago;
y él, la miraba
gesto lacrado…

Buscó su arma
apresurado
besó a la mama
le dio un abrazo;
y sin palabra
se fue al establo.

Tras la ramada
maullaba un gato,
la luna clara
cubría el campo…

Con ansia brava
montó el caballo
pasó la entrada
viró al costado
y su mirada
clavó en el llano.

Una patada
al alazano
y en cabalgada
-los pies descalzos-
veloz volaba
sobre los campos,
furia encumbrada
y paso osado.

Llegado al caño
-antes del alba-
con ritmo bravo
buscó montaña,
iba embotado
y galopaba
el ojo aguado
la piel templada
la rienda abajo
alerta el alma.


Sintió el disparo
en plena espalda
y bajo el brazo
otra andanada.
Pese a su daño
plantó batalla
porque su hermano
lo ameritaba
y todo el llanto
de aquella mama.
Bajó del jaco,
arma montada
rostro templado
mirada clara
sangre en las manos
y en la casaca.
Otro disparo
en plena cara
segó sus años
sobre la grama.


En un sembrado
tras la quebrada
cantaba un gallo
a la alborada…

JORGE

¡Qué geniales versos!

¡Felicitaciones amigo poeta!

¡De primera calidad tu poema!

Un fortísimo abrazo,

Guillermo.

 

José Luis Blázquez

JURADO - MODERADOR de los Foros de Poética Clásica
Magistral composición, Jorge. El uso de pentasílabos dota al poema de un ritmo muy peculiar, y la rima -tanto en los pares como en los impares- hace que sea un "romance doble", algo que conlleva más dificultad de lo que a primera vista aparenta.

Un abrazo.
 
Magistral composición, Jorge. El uso de pentasílabos dota al poema de un ritmo muy peculiar, y la rima -tanto en los pares como en los impares- hace que sea un "romance doble", algo que conlleva más dificultad de lo que a primera vista aparenta.

Un abrazo.

Recibe mi reconocimiento y gratitud por tus reiterados comentarios positivos a mis letras. Me es muy positivo recibirlos viniendo de tu autorizada voz.
Reitero mis gracias.

Un abrazo.
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
Pasó el poblado,
con ropa hollada
el cuerpo ajado
y umbría cara.
Iba apurado,
-no dijo nada-
siguió de largo,
llevaba pala
con mucho barro
y una medalla
entre las manos.

A su morada
llegó sudando
mucho brillaban
sus ojos pardos,
sacó la aldaba
del travesaño
entró a la casa
con mudos pasos.
Con la tinaja
lavó sus brazos
limpió su cara
siempre callado…
solo pensaba
ensimismado.

Eran las cuatro
cuando la mama
paso por paso
llegó turbada
-cuerpo encorvado-
hasta la sala,
lo vio sentado
sobre la hamaca
mirando vago
hacia la nada…

Esa ojeada
a su muchacho
fue seña clara
cual golpe bajo.
Sopló en sus canas
un viento helado,
una punzada
en su costado,
y su palabra
fue de quebranto.
Rezó apenada
con agrio llanto
arrodillada
ante su santo.

Angustia daba
el triste cuadro,
la pobre dama
con gesto manso
con toda el alma
cual negro lago;
y él, la miraba
gesto lacrado…

Buscó su arma
apresurado
besó a la mama
le dio un abrazo;
y sin palabra
se fue al establo.

Tras la ramada
maullaba un gato,
la luna clara
cubría el campo…

Con ansia brava
montó el caballo
pasó la entrada
viró al costado
y su mirada
clavó en el llano.

Una patada
al alazano
y en cabalgada
-los pies descalzos-
veloz volaba
sobre los campos,
furia encumbrada
y paso osado.

Llegado al caño
-antes del alba-
con ritmo bravo
buscó montaña,
iba embotado
y galopaba
el ojo aguado
la piel templada
la rienda abajo
alerta el alma.


Sintió el disparo
en plena espalda
y bajo el brazo
otra andanada.
Pese a su daño
plantó batalla
porque su hermano
lo ameritaba
y todo el llanto
de aquella mama.
Bajó del jaco,
arma montada
rostro templado
mirada clara
sangre en las manos
y en la casaca.
Otro disparo
en plena cara
segó sus años
sobre la grama.


En un sembrado
tras la quebrada
cantaba un gallo
a la alborada…



Wowww que historia mas triste en esplendidos versos,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 

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